¡Detengan a Blatter!

El objetivo de la FIFA no es promover ni apoyar al fútbol sino defender su pingüe negocio. Y su negocio son las selecciones. No contentos con establecer unas reglas leoninas, que en la práctica le permiten disponer de los jugadores a su antojo, pese a que sean profesionales por cuenta ajena, ahora quieren marcar también el cupo de los extranjeros admitidos en cada equipo. Es decir, recuperan un concepto –el de extranjero- que en comunidades como la europea están ya superados. Eso es ir contra el signo de los tiempos. La idea, que tantas veces ha apoyado Johan Cruyff en los artículos que firma (otra cosa es si los escribe o no), es profundamente retrógrada. Por ejemplo, África dejaría de exportar tantos futbolistas como en la actualidad, lo que repercutiría en la entrada de divisas, y lo mismo sucedería con Brasil y Argentina. Al margen de la cuestión económica, al tener menos estímulo de poder fichar por los grandes clubs europeos, las canteras de esos países dejarían de ser interesantes, luego se perjudicaría al fútbol: surgirían menos estrellas, sus selecciones serían más débiles, lo contrario que se dice perseguir. Si ponemos como ejemplo el posible equipo titular del Barça en la próxima temporada, sobrarían tres de estos ocho jugadores: Alves, Milito, Abidal, Touré, Keita, Hleb, Messi y Adebayor. Claro que siempre tendríamos un Güiza, un Oleguer, un Sergio García, todos ellos seleccionables, para cubrir esas tres bajas, a mayor gloria de la FIFA.

Positifo: el buen día que hace hoy en Barcelona.

Nejatifo: los estragos que causan los desbordamientos del Ebro. Eso sí, “antes desbordaos que trasvasaos”.

¡Bon dia, bona sort i bon viatge a Ítaca !