Mourinho cambia de banquillo

Retomo el tema Mourinho, el escándalo Mourinho, porque hoy es el día en que la UEFA lo sentará en el banquillo no de los entrenadores sino de los acusados y dará a conocer el veredicto por algo que ha juzgado públicamente sin oir su versión. Tras saber qué no pasó en el túnel de vestuarios del Camp Nou, ¿Sabremos de verdad qué pasó? ¿sabremos de dónde procedían las amenazas al árbitro sueco Anders Frisk? ¿ha investigado la policía de su país o la de algún otro la procedencia de las supuestas amenazas de muerte? ¿están confirmadas, verificadas y perseguidos los autores? ¿se investigará también a los responsables de la propia UEFA o a muchos comentaristas “serios” que consideraron a Mourinho inductor de tales amenazas? ¿al mismo Mourinho recibido en Israel como embajador de la paz?¿sabremos algún día a qué obedece esa persecución al Chelsea? ¿por qué cuándo se habla de ese equipo se dice que lo ha hecho un ruso a golpe de talonario? ¿es que los jugadores de los demás equipos –del Milan, el Madrid, el Manchester, el Barcelona o el Arsenal- son amateurs y juegan por amor a los colores, si en su inmensa mayoría son tránsfugas mercenarios? ¿por qué se insiste en que el juego del Chelsea, primer gran equipo europeo en ganar un título esta temporada, aburre? ¿por qué Mourinho no se contagió de nuestro victimismo y no lamenta que la selección holandesa del tándem Cruyff-Van Basten le devuelva nuevamente roto a Arjen Robben, una lesión evitable puesto que era insensato forzar a un futbolista tras una larga convalecencia en un partido amistoso? ¿por qué alguien que para muchos no es más que un traductor ha recuperado a hombres como Joe Cole y Mateja Kezman, cuando la mayoría de sus colegas lamentan las lesiones del último tramo de la temporada? ¿por qué un intérprete políglota tiene tan bien preparado a su equipo en esta fase decisiva de todos los campeonatos? ¿por qué, a pesar de todo, los verdaderos enemigos del fútbol le consideran un enemigo del fútbol? ¿por qué me temo que le estén preparando una encerrona que, encima gozará del aplauso de quienes después de contaminar el fútbol proclaman que hay que limpiarlo? Espero que la decisión de la UEFA, salpicada ya por el escándalo arbitral de Alemania e interesada en desviar la atención y en purificarse sacrificando a inocentes, empezará a darnos la respuesta a algunas de estas preguntas.

Meteoritos desintegrados de la galaxia blanca

Siento lo del Madrid. Ni siquiera la Semana Santa ha servido para que su plantilla desconecte del pésimo momento deportivo por el que atraviesa. ¡Qué tiempos aquellos en que cada jugador madridista era la estrella, el líder y el estandarte de su selección! Zidane, emperador de Francia; Figo, rey de Portugal; Ronaldo, virrey del Brasil; Raúl, grande de España…Ahora, van a sus selecciones a jugar de titulares y les mandan ponerse a la cola.
Raúl, después de ser la pesadilla de tres seleccionadores (Clemente, Camacho y Sáez), ya es el principal problema de Luis Aragonés. No es que lo haya quitado del equipo una estrella emergente como Yeste, pongamos por caso, sino ¡Iván de la Peña!, un futbolista de su misma generación que parecía definitivamente descarriado para la elite hasta que halló cobijo en el Espanyol.
Ronaldo es vituperado en Brasil y ya se especula con que va a perderse las próximas convocatorias, no por dispensa graciosa sino porque, hoy por hoy, no llega a la suela del zapato de Adriano (Inter) y Oliveira (Betis).
¿Y Beckham? En Inglaterra también ha dejado de ser un intocable y ya hay quien se atreve a pedir que le quiten los galones de capitán de la selección…mientras crece la simpatía por Michael Owen que, pese a tener un Balón de Oro (algo que no posee el Spice Boy consorte), en Madrid no ha recibido la consideración de galáctico.
Todo ello demuestra lo efímero y cruel de las glorias deportivas que campean por España estos muchachos. Zidane y Figo pidieron la jubilación anticipada para no tener que arrastrarse con sus selecciones. Pero Raúl, Beckham y Ronaldo volvían antes de las convocatorias internacionales con la moral recargada, tras darse unos baños de multitudes, no tanto por su valía individual sino por la aureola de pertenecer al Madrid galáctico. Hoy eso ya no es un mérito sino más bien un baldón. De la galaxia han pasado a convertirse meteoritos de esos que se desintegran a la velocidad de la luz.

África para los africanos...y Laporta

Cuando vi a Reiziger, Ronaldinho y sus compañeros de equipo portando a modo de sábana tendida una gran bandera catalana y desfilando con paso marcial a los acordes de “Els Segadors”, casi me pareció hasta simpático. Cuando hicimos “La Senyera” más grande de la historia de la Humanidad para entrar en el Libro Guiness, me lo tomé como una pasada. Cuando Alejandro Echevarría, nuestro vicepresidente patrono de la Fundación Francisco Franco, mandó retirar del Camp Nou la pancarta “Catalonia is not Spain”, sentí un ramalazo del viejo TOP franquista (Tribunal de Orden Público, por el que habían pasado no pocos conocidos míos) pero entendí que era coherente con el sujeto. Cuando poco después cantamos "El Virolai" como prolegómeno de un partido, me entró un escalofrío integrista. Cuando nuestro presidente se embarcó en un viaje por el antiguo Protectorado Español del Norte de África, me pareció que "bajarse al moro" era la antesala de la vuelta a casa para alguien que volvía de China y de pasar un fin de semana en Londres, donde vio perder al Barça pero rememoró a los suecos de Abba asistiendo al musical “Mamma Mia”. Lo que no acabo de entender, ni comprendo ni admito de buen grado, es que a alguno de esos viajes del presidente del Barça (tres en menos de dos meses), le concedan los sumisos medios de comunicación un carácter “institucional”. Celebro que alguien tuviera la ocurrencia de considerar al club azulgrana “más que un club”, sobre todo si tenemos en cuenta que la frase la pronunció un procurador en las Cortes franquistas. Pero considerar al Barça hoy en día “una institución”, sobre todo cuando se trata de etiquetar el carácter de las visitas de directivos al extranjero (no deportivas, encima), lo considero algo impropio, inadecuado y que atribuye al Barça actual una estética y unas ínfulas mussolinianas, por no utilizar otro calificativo que, aún siendo más adecuado, pudiera resultar hiriente para la sensibilidad de mis consocios barcelonistas de buena fe. Inocentes y ajenos a la manipulación de que creo que están siendo objeto.

De Guruceta al cochinillo

Interrumpo mis vacaciones de Semana Santa (y aprovecho para cerrar el blog hasta el lunes de Pascua) a petición de este público al que tanto quiero y al que tanto debo, sólo para precisar mi punto de vista sobre dos temas conflictivos, dejando abierto el foro para que cada uno opine libre y democráticamente al respecto: 1) el “caso Guruceta” y 2) el tan reclamado cierre del Camp Nou por lo del cochinillo.
Lo de Guruceta es simple, claro y diáfano: Emilio Guruceta Muro, un joven y prometedor árbitro vasco, pitó como penalti un empujón de Rifé (Barça) a Velázquez (Madrid), un metro fuera del área. Escándalo monumental, amago de retirada del equipo azulgrana capitaneado por Eladio, incidentes en las gradas, cargas policiales en Les Corts (yo vivía entonces en Vallespir y juro que hasta la madrugada hubo “guerrilla urbana”)…y el Madrid clasificado para la final de Copa, olé tus cojones.
¿Lo del cochinillo y por qué no se cierra el Camp Nou?...Hombre, ya lo cerró Milans del Bosch durante una temporada en plena dictadura de Primo de Ribera, hace ahora 80 tacos y, a lo que se ve, no faltan nostálgicos de aquéllos métodos.
Pero todo es más transparente de lo que algunos sugieren: El público del Camp Nou ya fue sancionado por el Ministerio del Interior pepero con una fuerte multa al club azulgrana por aquel partido entre el Barça y el Madrid en que algún descerebrado dejó caer una cabeza de cochinillo en un lateral del campo, fuera del rectángulo de juego. En consecuencia, ese mismo comportamiento no puede ser juzgado y sancionado nuevamente por otra legislación, la deportiva, a menos que se quiera perpetrar con el Barça un nuevo atropello que resultaría muy provechoso para alimentar uno de sus rasgos más característicos: el victimismo.

Por cierto que yo no descarto que la cabeza del cochinillo fuera arrojada al lateral del Camp Nou (en la zona defensiva del Madrid y cuando Roberto Carlos iba a lanzar un fuera de banda y era el objetivo de las cámaras, no en la banda atacante de Figo, como se tergiversa) por algún seguidor del Madrid, incluso por el mismo que agredió un par de años antes a Pepe Reina en el Bernabeu. Pero, al igual que entonces, ninguna mala fe.

Barça, Madrid y Franco

Me llamaron ayer tarde de una emisora de Andorra, apelando a mis supuestos conocimientos de la historia del Barça porque, desde hace unos días, mantienen una controversia sobre si el franquismo benefició al Madrid y perjudicó al Barça, si fue al revés o si no pasó nada de nada. Desde luego, invocarme como experto es para mi un gran honor, excesivo, porque considero que muchas otras personas poseen mayores y más precisos conocimientos que un servidor en la
materia.

Pero, en síntesis, esto es lo que he dicho:

"Al acabar la guerra, al Barça se le obliga a realizar un acto de afirmación patriótica para que quede limpio de toda idea separatista. Fue una ceremonia un tanto siniestra celebrada en Les Corts, lleno a rebosar, y que el historiador Rafael Abella tituló "Exorcismo en el campo de Les Corts". Ese tipo de humillación no le fue impuesto a ningún otro club. Muchos barcelonistas habían muerto en ambos bandos o estaban en el exilio. Por entonces el Barça tenía sólo 2.500 socios y un patrimonio que, tras las sucesivas incautaciones, apenas llegaba a un millón de esetas. Pero pronto el club recuperó, con un impulso y una fuerza superiores a los que poseía antes de la guerra, su carácter identitario y pasó a ser venerado como un símbolo de la resistencia de un pueblo derrotado (el "ejército desarmado" de ese pueblo, le llamaría años más tarde Manuel Vázquez Montalbán). Por eso, en sólo cinco años, pasó a tener más de 20.000 socios y, pese a que le fue impuesto también el presidente, Enrique Piñeyro, marqués de la Mesa de Asta, la sintonía entre el equipo y los catalanes le dieron un tremendo empuje, algo parecido a lo que sucedió simultáneamente con el Athletic de Bilbao. En ambos casos era la burguesía pactista con el régimen la que llevaba las riendas del club pero la base popular era la que llenaba el campo y daba aliento a los equipos".
"En los primeros 14 años de posguerra, el Barça es el mejor equipo de España por sus éxitos futbolísticos, ya que gana siete ligas (por ninguna el Real Madrid), y seis Copas del Generalístimo, además de gestar el grandísimo equipo de proyección internacional llamado
de les Cinc Copes".

"¿De qué modo perjudica el franquismo al Barça? Primero y fundamental, poniéndose del lado madridista en el contencioso Di Stéfano. A partir de la llegada de tan eximio jugador al Madrid, la hegemonía se desplaza a la capital y aunque el Barça sigue teniendo un gran equipo (con Helenio Herrera como entrenador), comete el grave error de no renovarlo a tiempo, se desploma en la injusta derrota de la final de Berna ante el Benfica (3-2) y tiene que desmontarlo por la jubilación de las grandes figuras o el traspaso de otra, Luis Suárez, para apuntalar la tesorería".

"Ahí Franco no tiene nada que ver: el Barça había estirado más el brazo que la manga al construir el Camp Nou, tarda seis años en vender los terrenos de Les Corts (en una recalificación propiciada por el Ayuntamiento franquista del alcalde Porcioles), y no sonsigue rearmar un buen equipo hasta la llegada de Cruyff como jugador, en 1973. Pero en el decenio de los años sesenta, el franquismo ya ha adoptado al Madrid como una de las imágenes más exportables del régimen, al punto de que el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María de Castiella, define al equipo de Chamartín como "nuestro mejor embajador". Sin necesidad de que se cursaran decretos a la federación ni al colegio de árbitros, todo el aparato oficial del deporte español, en manos de la Secretaría General del Movimiento, sabe que el Madrid debe recibir un trato preferente".

"A falta de títulos e incluso de buen fútbol, durante esos 14 años de larga travesía del desierto deportivo va ganando consistencia el carácter resistencial del Barça, ir al fútbol es un acto de rechazo al centralismo; la bandera azulgrana adquiere el mismo simbolismo que la canción protesta de Raimon o Pi de la Serra; el "caso Guruceta" reaviva el recuerdo (siempre alimentado por artículos como este), del expolio Di Stéfano y fomenta un victimismo aglutinado al servicio de la causa nacionalista. Se trata de un Barça en el que Narcís de Carreras, pura metáfora
de las contradicciones de la burguesía catalana, ha calificado de "Més que un club", entre viaje y viaje a Madrid para cumplir con sus obligaciones como procurador en las Cortes franquistas".

"Y, mientras, el Madrid, venga a ganar títulos".

En fin, esto es lo que les he largado a mis amigos andorranos, más o menos. Y, luego, han pasado a publicidad.

Culebrón Mourinho (penúltimo capítulo)

En las repetidas veces que me he referido al culebrón Mourinho, parece que no han quedado por mi parte claras algunas cosas:
1) Que el innovador técnico portugués, elegido durante dos temporadas como el mejor de Europa por votación popular, rompe los esquemas de muchos dogmáticos que lo ven como un intruso en un negocio que debería estar reservado en exclusiva a quienes han sido antes grandes futbolistas.
2) Que ya antes de los incidentes del Camp Nou, en los que Mourinho tuvo una actuación deplorable (y criticada por mí sin dobleces) había sido sometido a linchamiento y obstinada descalificación por parte de determinados gurús que imponen la ortodoxia barcelonista.
3) Que, a posteriori, se ha convertido en el enemigo exterior, históricamente tan útil para aglutinar al barcelonismo en torno a sus dirigentes, supuestamente amenazados por dicho enemigo.
4) Que la ridícula desmesura en que el barcelonismo ha incurrido ante dicha presunta amenaza, ha llevado incluso a un diputado de la coalición Convergència i Unió (CiU), significado barcelonista, a presentar una pregunta en el Congreso de los Diputados al Gobierno, interesándose por las acciones que se piensan adoptar (se supone que contra Mourinho) tras la eliminatoria entre el Barça y el Chelsea.
5) Que dimitiría gustoso para el resto de mi vida como simpatizante barcelonista, si al Chelsea se le diera por perdida la eliminatoria y repescaran a mi equipo para disputar unas semifinales tras perder en el campo.
6) Que me repugnan las falsas expectativas que he leído y oído a ese respecto, por considerar que lo único que fomentan es la antideportividad y los triunfos de despacho, esos que tanto hemos reprochado y criticado al Madrid del franquismo.
Doy por cerrado este tema, que retomaré en cuanto el Santo Oficio de la UEFA haya enviado a la hoguera a nuestro personaje, al que tampoco me gustaría convertir en un mártir, sino en un entrenador que tiene pocos escrúpulos a la hora de hacer su trabajo mejor que muchos otros que pretenden darle lecciones de ética (ya que no se las pueden dar de fútbol).

Por qué defiendo a Mourinho

El ajuste de cuentas con el pasado azulgrana prosigue a buen ritmo ensu proceso cainitiva y antropófago. Pensé que los lapocruyffistas estarían contentos y felices por el éxito de su equipo. Pero descubro en algunos de sus más conspicuos gurús una obsesiva inquina que difícilmente les permitirá gozar del triunfo deportivo con alegría.
Los ataques a José Mourinho no consiguen ocultar una vendetta contra sus maestros, Bobby Robson y Louis van Gaal, y contra su valedor, Josep Lluís Núñez, a quien no tuvo reparo en ir a abrazar de forma pública y ostensible en la tribuna del Camp Nou, en una de sus recientes visitas a Barcelona. El brutal, sistemático y pertinaz acoso al joven entrenador del Chelsea es una pura y simple represalia (y miles de barcelonistas de buena fé son inducidos a esa corriente de odio en base a unos incidentes de menor trascendencia ocurridos en el Camp Nou).
Lamento la amargura y el resentimiento de quienes imaginé que ahora estarían dando saltos de alegría pero viven rehenes de su pasado (que en mayor o menor medida nos aprisiona a todos), tratando de satisfacer en cada instante sus ansias de revancha. Y me asquea que la propia UEFA se apunte al linchamiento al calificar al renovador técnico portugués (elegido por dos años como el mejor de Europa, por votación popular) como "enemigo del fútbol". ¡Enemigos vosotros, hombres de Dios, viejos carcamales fracasados, y enemigos del fútbol vuestros siniestros profetas que semana a semana, con una pesadez digna de mejor causa, se permiten imponer a las masas qué es fútbol y qué no lo es, cuándo hay que disfrutar y cuándo han de rasgarse las vestiduras!.

El Barça desenmascara la hipocresía

Los centenares de barcelonistas desplazados a Riazor despidieron a su equipo a los gritos de ¡Campeones, Campeones!. ¿A alguno se le ocurrió reprochar a los jugadores o al entrenador, Frank Rijkaard, su posición ultradefensiva desde que el equipo se quedó con un hombre menos por la expulsión de Rafa Márquez? ¿No fue lo más parecido el Barça de los últimos 40 minutos en Riazor, al Chelsea del Camp Nou tras la expulsión de Drogba o al Espanyol tras la expulsión de Jarque? ¿Qué dirán ahora quienes entonces lincharon a esos equipos, al ver a un Barça aculado sobre la portería de Valdés, defendiendo con ocho y nueve jugadores, y cediendo 12 saques de esquina? ¿Vamos a escandalizarnos porque Eto'o se haya quedado como un náufrago, solo en punta, hasta que lo ha relevado Maxi López? ¿Renegaremos de este Barça que ha vuelto a tener en el portero a su mejor hombre? ¿Pediremos que nos borren los puntos? ¿Renunciaremos a ellos por haber renunciado a nuestro "estilo irrenunciable"...?
Si yo hubiera puesto a parir al Chelsea y al Espanyol, si yo hubiera considerado punto menos que retrógrados a los que algunos llaman "resultadistas" (y yo llamo "ganadores"), hoy no podría escribir ni una sola línea en favor del Barça. Sin embargo hoy me siento orgulloso de un Barça que ha sabido defenderse con diez jugadores, que ha sacado tres puntos extraordinarios para conseguir cuanto antes el título, que ha vuelto a dar un mazazo de autoridad a todos sus adversarios.
Casi siempre lo hace con un ataque demoledor y brillabnte; hoy lo hizo con una defensa serena y efectiva. Y me alegra que haya demostrado a los "no resultadistas" que también eso hace felices a los seguidores que despidieron al equipo en Riazor a los gritos de ¡Campeones, campeones!.

Me mojo con el "no caso" de Oleguer

Sin que Oleguer Presas Renom hubiera sido convocado por el seleccionador Luis Aragonés, se especuló con la posibilidad de que el futbolista catalán pudiera renunciar a tal convocatoria. De haberse producido esa llamada y la supuesta objeción, todo habría entrado en el terreno de las decisiones personales, perfectamente respetables.
Estoy en contra de que ir a la selección, lo mismo a la española que a la argentina, brasileña o la de Costa de Marfil, se convierta para los futbolistas en una especie de leva, de movilización forzosa, muchas veces (como en este caso ante China), para jugar intrascendentes bolos de nulo interés deportivo.
¿Me voy por las ramas? Vayamos al tema: es muy probable que Oleguer, de haberse producido la llamada de Luis Aragonés, hubiera declinado la invitación por razones ideológicas. No se me escapa que ello provocaría irritación y sarpullidos de mala uva en quienes consideran que, para cualquier individuo nacido en territorio español, debería ser un motivo de orgullo, una obligación patriótica, el acudir a la llamada del equipo nacional. A esos sería imposible convencerles de que, en una península tan rica y diversa conviven muchas culturas diferentes. Que hay que respetar, y a mi me parecería una falta de respeto obligar a vestir “sin orgullo ni identificación” la camiseta que supuestamente iba a proponerle Luis Aragonés a Oleguer. Otros habrían tomado al futbolista como un nuevo héroe y líder defensor de los derechos nacionales catalanes.
El estereotipo del futbolista profesional es el de un sujeto que todo lo hace con los pies, desde ganar dinero a pensar, y por ello suscita desconfianza un futbolista con ideas propias...y atrevidas: ¿será la manzana podrida que echará a perder el cesto…?. Ese mismo jugador, Oleguer, se ha expresado en contra de la globalización y, antes del referéndum, sobre la Constitución Europa, firmó y se pronunció claramente a favor del no. Muchos personajes populares defendieron el sí y nadie se metió con ellos. Quizá Oleguer sea lo menos parecido a un futbolista profesional de élite pero es lo más parecido a un joven universitario (que también lo es), catalán y de la generación actual.
Son muchos los catalanes que desearían tener selecciones deportivas propias y esa reivindicación se ha demostrado pública y reiteradamente en muchas formas. También es cierto que muchos catalanes no se sienten identificados con las selecciones españolas. La contradicción es que Catalunya proporciona numerosos y buenos deportistas a las únicas selecciones oficiales admitidas en nuestro país, las españolas. En este sentido, ya he dicho y escrito en anteriores ocasiones que, deportivamente, es España la que no puede independizarse de Catalunya.
La presunta posición de Oleguer sobre la que estoy elucubrando, habría tenido un punto de valentía y otro de insensatez: valentía porque se habría expuesto a ser vituperado en muchos campos de la Liga española a partir de su non nata toma de posición e insensatez, porque ello habría podido reportarle aún más antipatías de las que ya suscita su equipo por la irrenunciable carga nacionalista que lleva, y que el año próximo quedará mejor explicitada con motivos de la senyera catalana, tanto en la camiseta como en el pantalón.
Por último, me habría parecido una puñalada trapera que los periodistas hubieran utilizado una rueda de prensa de Xavi para tratar de abrir una división en la plantilla del Barça entre objetores de selección y “españolistas”, aunque probablemente a quienes disfrutan cada vez que se cimbrean las palmeras del oasis catalán, les habría encantado.

P.D. Tengo algunos temas prometidos pendientes de responder. Por ejemplo cómo provoqué la marcha de Núñez del Barça. (Prefiero decirlo así y se ajusta más a la realidad de lo sucedido que no "cómo eché a Núñez").
También, ahora que se han recopilado algunos -no todos, por descontado- artículos de mi admirado y admirable profesor Manuel Vázquez Montalbán, me acercaré algún día a la Hemeroteca Municipal de Barcelona para recuperar el artículo que escribió cuando era director de "Interviu" (¡hace más de un cuarto de siglo!), en el que terció en mi favor ante un ataque furibundo que recibí de José María García, entonces una de las estrellas de la revista (con quien, el con el paso del tiempo me unió el nuñismo, el mismo nuñismo que me distanció ideológicamente de mi admirado profesor y maestro M.V.M.)

Patinazo virtuoso de Xavier Sala Martin

Xavier Sala Martin, profesor de la Universidad de Columbia, preside la Comisión Económica Estatutaria del Barça pero no parece ser una eminencia en cómo llevar el club, pese a sus teorías neoliberales. Es el padre del concepto círculo virtuoso, según el cual un club tiene que disponer de los mejores jugadores para ocupar una gran cuota mediática, ampliar mercados, ganar más dinero que nadie, comprar los mejores jugadores y, vuelta a empezar. Con este operativo mercantilista y globalizador, que hace unos años repugnaba a los puristas, intelectuales y escritores como Ernest Lluch y Manuel Vázquez Montalbán, comulga plenamente Jan Laporta, el presidente que apenas hace un año no ocultaba su envidia por el Real Madrid y el modelo Florentino, al lamentarse: "Ellos tienen once portaaviones y nosotros sólo uno".
Sala Martín es partidario de que los encuentros europeos, que en su día fueron asimilados al carnet, sean de pago para los socios del Barça. Además de una estafa -volver a cobrar al socio algo que ya ha pagado- ello supone una temeridad económica (si el equipo es eliminado a las
primeras de cambio) y una deportiva (que el estadio esté vacío si el rival y la climatología convierten el partido en poco atractivo).
Partidario de convertir el Barça en una marca más de un mundo globalizado, al estilo McDonald's o Disney (ejemplos que él mismo utilizó en un artículo de apoyo electoral a Laporta), Sala Martin no desdeña el resultadismo (algo consustancial con un fan declarado de Goerge Bush, pues cree que lo que hace grande a un club son los resultados (y en eso coincidimos). Así lo afirmó el miércoles 16 de marzo en el programa La Graderia, de Ràdio Barcelona, al afirmar que el actual modelo del Real Madrid es insostenible sin triunfos constinuados. En este sentido, Sala Martin se mostró optimista sobre la posibilidad de que, a base de éxitos, el Barça pueda tener algún día la misma o superior cotización internacional que el Real Madrid (en eso ya me cuesta más coincidir con él, y me parece contradictorio que su pragmatismo no le haga ser más cauto). Pero ahí cometió un grave lapsus, durante la mencionada entrevista radiofónica, ya que dijo que, en la
actualidad, el caché internacional del Madrid es el doble que el del Barça, y especificó que el Madrid cobra 4 millones de euros por partido amistoso, mientras que el Barça cobra 2 millones de euros. Grave desconocimiento por parte de quien tiene que orientar (aunque sin que sus dictámenes sean vinculantes), las finanzas del Barça ya que, sólo dos días después, la prensa oficial de la directiva azulgrana, aseguraba que el Barça "cobrará 2,5 millones de euros por dos partidos a disputar a final de temporada en Japón". ¿No deberían ser 4 kilos según los cálculos de XSM...? ¿es que las cuentas del Barça actual se llevan "millón y medio arriba, millón y medio abajo"...?
Si al gran ideólogo de la economía laportiana no le cuadran los números, ¿cómo nos podemos extrañar de la falta de transparencia en los fichajes? ¿cómo sorprendernos de que si bien los ingresos (gracias a los socios, abonados y al contrato de TV firmado en su día por Núñez, con una encomiable visión de futuro) se han incrementado, no se diga nada de la deuda? (que fuentes bancarias sitúan en 50 millones de euros más que hace un año).

Errores no forzados

La presión a la que se ven sometidos los directivos y técnicos de los equipos de fútbol les empuja a cometer frecuentes y graves errores. Y aunque generalmente se achacan los males de un equipo a los fichajes equivocados, personalmente creo todavía más perniciosas las equivocaciones a la hora de "desfichar".
La intromisión cada vez mayor de los departamentos comerciales en la toma de decisiones que deberían ser estrictamente deportivas, repercuten también de un modo negativo en la confección de las plantillas. Los equipos grandes fichan jugadores para puestos que ya están cubiertos o que no son imprescindibles, sólo por su aureola mediática. Al entrenador le interesa ganar partidos pero al jefe de márketing -que manda más que él- le interesa abrir mercados. Sólo se toma la decisión acertada si ambos intereses son coincidentes, es decir, si se ficha a un jugador bueno que además sea necesario.
Caso Madrid
Era el caso del Madrid con Figo y Zidane, pero no ya con Ronaldo (pues tenían a Morientes y Raúl, una pareja que funcionaba mejor que la Raúl-Ronaldo), ni con Beckham (cuya posición natural ya estaba perfectamente cubierta con Figo). El Barça también jugó con fuego al fichar a Ronaldinho, tras un paso mediocre por la Liga francesa, siempre enfrentado a su entrenador, Luis Fernández, cuando Riquelme había pasado por la preceptiva temporada de aclimatación y, probablemente, iba a empezar a ofrecer un buen rendimiento.
Caso Barça
Por fortuna para el Barça, Sandro Rosell acertó plenamente con Ronaldinho y, pese a las dos grandiosas temporadas que Riquelme ha realizado en el Villarreal, ningún aficionado sensato desharía el cambio. El presidente del Barça, Joan Laporta, en su frenesí liquidador del pasado, y ante la pésima primera vuelta que su equipo inició nada más llegar Frank Rijkaard, puso a parir la herencia recibida, jugadores "formados en la cultura de la derrota". Bendita herencia, y suerte que no se le fue la mano en echar a todos esos jugadores, porque ahora son el núcleo sobre el que se ha formado el nuevo Barça. Me refiero a Víctor Valdés, Oleguer, Puyol, Gabri, Iniesta, Xavi, Gerard y Motta. No todos van a ser candidatos al Balón de Oro pero algunos cumplen un importante papel aglutinador en el vestuario.
Caso Valencia
¿Y el Valencia? Tratando de reforzarse, ha roto el núcleo que el año pasado ganó la Liga, la Copa de la UEFA y la Supercopa de Europa. Italianizar la plantilla no es una mala apuesta...si partes de cero. Pero es imposible esgrimir razones sensatas para desmontar un equipo tricampeón. El fracaso estaba más que anunciado. Y esta vez no es imputable a los responsables del márketing, pues no creo que la plantilla se desmontara pensando en ganar mercados en Italia, sino a un pésimo planteamiento deportivo.

Despidos improcedentes

Tres jugadores rebotados de la “Liga de las estrellas” marcaron goles decisivos para sus equipos en los octavos de final de la Liga de Campeones: Luis García, que anotó dos tantos para el Liverpool en Leverkusen; Roy Makaay, que hizo lo propio a favor del Bayern de Munich en el partido de ida contra el Arsenal, y Marcelo Danubio Zalayeta, el sorprendente y ecuánime delantero uruguayo del Juventus que, si hace dos años sepultó las ilusiones europeas del Barça, este año no quiso ser menos y hundió al Madrid en una grave crisis deportiva e institucional.
Resulta en cierto modo paradójico que una liga tradicionalmente compradora como es la española se deje escapar a esos jugadores, buenos futbolistas pero sin apenas relevancia mediática. No son los únicos en su situación que van a jugar los cuartos de final de la Copa de Europa. Ahí están los ex madridistas Makelele (Chelsea), Cambiasso (Inter), Ze Roberto (Bayern de Munich) y Seedorf (Milan), todos ellos centrocampistas afianzados como titulares en sus equipos y en posiciones en las que el Madrid es deficitario. Tampoco hubo razones deportivas sino “de imagen” cuando el Madrid se desprendió de cada uno de esos jugadores que hoy le serían de suma utilidad.
Pero los equipos, y sobre todo los presidentes y los jefes de marketing, prefieren buenos jugadores a jugadores útiles y necesarios. Eso se lo oí decir a Míchel, el lunes por la noche en El Larguero de la Ser, y comparto por completo su opinión (creo que por primera vez en mi vida, aunque espero que sirva de precedente pues de todas las opiniones de pueden extraer enseñanzas positivas). Del conflicto de intereses (departamento técnico-departamento comercial), arranca la descompensación de muchas plantillas y el posterior fracaso de sus equipos.
También van a estar en cuartos de final de la Copa de Europa el ex barcelonista Cocu (PSV Eindhoven); Réveillère, que tras un paso discreto por el Valencia, contribuye a los éxitos del Olympique de Lyon, lo mismo que hace Lizarazu, ex del Athletic, en el Bayern de Munich; Cafú, que pasó sin pena ni gloria por el Zaragoza y es pieza básica en el Milan; Kily González, ex del propio Zaragoza y el Valencia que, tras un calvario de lesiones, vuelve a entrar en las convocatorias del Inter y tuvo sus minutos de gloria ante el Oporto…Otros jugadores de esos equipos son suplentes o no fueron inscritos en la competición internacional por trabas burocráticas. Tales son los casos de Josemi, Núñez, Pellegrino y Morientes (Liverpool), Geremi (Chelsea) o Davids (Inter).
Desdeñados por una Liga de las Estrellas venida a menos, es posible que alguno de ellos levante la Copa de Europa y no estaría mal que le diera con el trofeo en la mollera al iluminado que le dio el pasaporte.

¡Vuelve, Aznar, el Madrid te necesita!

El Madrid lleva mal eso de no ser el equipo del Gobierno. El tan cacareado "dream team" del Barça se produjo cuando Felipe González era el inquilino de La Moncloa y la Bodeguilla, pero el Madrid como uno de los símbolos del "patriotismo constitucional" se restaura con la llegada de los conservadores al poder. "Ahora hay que ayudar al Madrid", recordó José María García entrevistado por Julia Otero en TV3, para justificar de la polémica recalificación de la Ciudad Deportiva, el llamado "Pelotazo blanco". Una especulación urbanística que al Madrid le reportó los 80.000 millones de pesetas sobre los que construir su "equipo de otra galaxia". Por cierto que José María García, la única voz discordante de Florentino Párez, fue silenciado en cuestión de semanas. Producirse la debacle del PP en las elecciones de hace un año y venirse abajo el Madrid, fue todo uno. Desde las torres gemelas no se había visto un doble desplome de tal magnitud. Por cierto que durante los años en que el PP estuvo en el poder, el campeón de Liga siempre fue el equipo representativo de una comunidad gobernada por ese partido: el Madrid, el Depor o el Valencia. ¿Pura coincidencia? ¿relaciones inconfesables entre el fútbol y el poder político? Si alguien considera que esto son mezquinas insinuaciones de una mente perversa, tiene toda la libertad del mundo para rebatirlo. Si cree que es algo peor que eso, también puede hacerlo...y si piensa lo contrario, obre como le venga en gana.

El Madrid no tiene cura

El hundimiento del Madrid tiene algún paralelismo con el del túnel del metro en Barcelona: ambos costarán un potosí en indemnizaciones. Admito que el erario público -más la parte correspondiente a las aseguradoras- cubran los daños de los damnificados en el barrio barcelonés pero ¡por Dios! no más recalificaciones para tapar otro agujero negro en el club blanco.
¿Por qué digo esto? Porque el "modelo Florentino" no habría existido jamás sin el pelotazo de la Ciudad Deportiva, que le reportó al club 80.000 millones de pesetas, según declara el propio FP en la biografía que le ha escrito Gaspar Rosety. Rehacer otro equipo con esos mismos parámetros, los de acaparar Balones de Oro y FIFA Wolrd Players, resulta ahora imposible...a menos que le recalifiquen el Bernabeu. Porque supondría, además, ir a por Ronaldinho, Thierry Henry (el amigo de Luis Aragonés), Andrey Shevchenko, Adriano y, posiblemente, Lampard y Robben. ¡Ni Abramovich podría proponerse una plantilla así!.
El modelo ha fracasado no porque el equipo cayó ante la Juve y perdió en Getafe, sino que dejó de funcionar en cuanto le herencia recibida de Lorenzo Sanz -empezando por Vicente del Bosque como entrenador- fue reemplazada por figurines de pasarela.
Esa política, le ha permitido al Madrid situarse como el segundo club de fútbol del mundo por ingresos (226 millones de euros, según "Cinco Días"), sólo superado por el Manchester United. ¿Y en gastos? ¿y en deuda? seguro que ahí también el club blanco está en posiciones de cabeza. Lo que convierte la situación del Madrid en insoluble es que los criterios deportivos, que son los que se deben corregir, no puedan anteponerse a los de marketing...que son los que reportan tales ingresos. Porque, a los patrocinadores, que no les quiten a Beckahm, Ronaldo, Zidane y Raúl de las alineaciones, que si pierden en el Coliseo Alfonso Pérez, a ellos les importa un rábano.

Cuando Cruyff pidió la Torre Eiffel

Alguien considera que es “de bribones” asegurar que Cruyff echó del Barça a Romário, Stoichkov, Zubizarreta, Laudrup, Eusebio, Txiki…para reemplazarlos por Korneiev, Eskurza, Lopetegi, José Mari, Sánchez Jara, Escaich…Cuando lo que él quería hacer era fichar a (refrescaré la menoria de Terry): Zidane, Ziege, Giggs, Djorkaeff y Bergkamp. Hay dos maneras de tergiversar la historia: manipulando lo que pasó -cosa que yo no hago- o sugiriendo -como hace usted- lo que podría haber pasado si...
Le recuerdo, querido amigo, que cuando Cruyff propuso fichar a todos esos futbolistas fue a la desesperada, tras dos años en blanco de títulos y con su credibilidad bajo mínimos. Fue entonces, cuando ya estaba más fuera que dentro y tenía sus días contados como entrenador, cuando él reclamó que “el dinero debe estar en el campo, no en el banco” y Núñez, como sabía que era imposible reunir a todos esos jugadores dijo que el entrenador le estaba pidiendo “la torre Eiffel”. Y algo más sangrante: “Los nombres que me pide Cruyff son los mismos que me pide mi portera”.
Por cierto, si Cruyff ya tenía pensado formar un gran Barça con Angoy, Quique Álvarez, Toni Velamazán, Celades, Òscar, Roger, De la Peña, Moreno, Jordi, Setvalls y Jofre, ¿para qué quería a todos esos monstruos extranjeros? Porque, durante todos estos años, no he parado de leer y oir que Cruyff iba a hacer un Barça nuevamente de ensueño con la llamada “Quinta del mini”…y, paralelamente, he oído y leído -¡a veces dicho o escrito por los mismos!- que no, que lo que iba a hacer era el Dream Team II con Zidane, Ziege, Giggs y compañía. Difícilmente uno puede hacer una cosa y, a la vez, la contraria. Claro que, tratándose de Cruyff…
Por cierto, como la historia del Barça es algo que me apasiona y he tenido la inmensa fortuna de conocer a todos los personajes que la han protagonizado durante los últimos 35 años (desde la llegada del primer holandés, el malogrado Rinus Michels al club), agradeceré todas las aportaciones de quienes, como Terry, hayais sufrido un lavado de cerebro, para que pueda ir explicando las cosas tal y como fueron, os desprogrameis y veais la verdadera luz.

Aceptable Barça, pésimo Athletic

La derrota del Barça en Stamford Bridge no cayó en saco roto. Pese a la arrogancia que mostraron muchos adictos a la derrota, enganchados a perder como el sumo objetivo de los grandes equipos -¡a dónde nos han llevado las insensatas teoría de unos gurús fracasados!-, al menos Frank Rijkaard sacó la vena italiana, dejó en el vestuario la holandesa y arrolló a un Athletic de Bilbao que defraudó por su mansedumbre. Comenté el partido en la retransmisión en catalán de Ràdio Barcelona y, en la primera parte, dije que el Athlétic si no hizo más es porque el Barça esta vez supo defender en equipo, jugó de forma compacta y Víctor Valdés no tuvo que emplearse ni una sola vez. El segundo tiempo fue malo de solemnidad porque, quienes esperábamos una reacción de los vascos –que hubieran sacado a Urzaiz, por lo menos-, vimos que el ya caducado Ernesto Valverde y sus muchachos no estaban por la labor de ofrecer espectáculo, eso que tanto gusta en el Camp Nou. Y, en las dos oportunidades en que Joseba pudo meter a su equipo en el partido, le faltó convicción y permitió que Víctor Valdés le ganara en el mano a mano. ¿Faltaba Yeste? Tal vez: pero uno creyó que lo que le pone Yeste en los partidos sus compañeros –Gurpegi, Orbaiz, Iraola, Joseba…- también lo iban a poner. Y, que si quieres.
Pero esta vez el Barça, dejando a parte las florituras de Ronaldinho, sus colosales pases en el primer tiempo y sus incursiones en serpentina durante el segundo, más las coladas y el gol de Giuly, fue más a lo práctico. Jugó y no dejó jugar que es lo que han de hacer los equipos buenos, aunque esa perniciosa idea que nos han metido en las meninges dice que los buenos equipos son “los que juegan y dejan jugar” . Eso es lo que suele utilizarse como elogio agradecido de los rivales perdedores pero yo no lo quiero en mi equipo, porque eso es lo que hizo el Barça en Londres y así le fue.

Cruyff la toma con Puyol

Una de las vocaciones frustradas de los periodistas deportivos es la de secretarios técnicos de los equipos. También nos gustaría hacer de entrenadores y, de hecho, ejercemos esa secreta pasión…una vez jugados los partidos: sin el riesgo de equivocarnos con las alineaciones, sino de corregirlas a posteriori, sin exponernos a un planteamiento táctico erróneo sino enmendando la plana –a toro pasado- a quien sí tiene esa responsabilidad.
Para mejor curarnos en salud, apenas hablamos ya de los equipos rivales al nuestro, salvo en aspectos anecdóticos, y así no nos vemos en el trance de tener que decir, pongamos por caso, ¡ojo, que aún sin Robben, el Chelsea es un adversario que se las trae!. Es tan cómoda nuestra posición que son muchos los entrenadores que han hecho el camino inverso: han abandonado el banquillo para ver los toros desde la barrera. Y, desde tan privilegiada atalaya, sientan cátedra.
Hoy, por ejemplo, he participado en un par de tertulias en las que uno de los temas a debate ha sido las duras críticas de Johan Cruyff a Carles Puyol, defensa central y capitán del Barça, haciéndole responsable en gran parte de la derrota de su equipo en Londres. Tanto en el programa “Força Barça”, de Alfons Arús en Citytv, como en La Graderia de Ràdio Barcelona, he repetido que las opiniones de Cruyff tienen una gran influencia en el barcelonismo y que, por ello, quien las emite debería medir mucho sus palabras. Sin que ello signifique cercenar su libertad de expresión, me he permitido comparar este exceso verbal de Cruyff –que él mismo ha querido desmentir, a través de allegados- con el reciente de Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat Catalana - que también ha tenido que rectificar, durante una moción de censura parlamentaria y bajo la amenaza de una querella.
Cruyff es una eminencia en el fútbol, un personaje conocido mundialmente y una autoridad en la materia. Pero, ¿alguien cree que Picasso no destruyó algún original, descontento con su propia obra? Cruyff hizo lo mismo y destruyó su máxima creación, el nunca bastante ponderado Dream Team, furioso por haber sido humillado en la final de Atenas por Fabio Capello…el Mourinho de aquel momento. (Otros días hablaremos de forma más concreta y pormenorizada de ello, y también explicaré como eché a Núñez del Barça). Autor de ingenio simpar, el gran J.C., bautizado por mi en La Vanguardia, “el gran rotativo de la calle Palayo”, como Sumo Hacedor de Prodigios y, para abreviar, Sumo HP. En su delirio, llegó a creer que podría triunfar sin Laudrup, Stoichkov, Zubizarreta, Eusebio, Txiki, Romário, Goikoetxea…y los reemplazó por Lopetegi, Korneiev, Eskurza, Escaich, José Mari, Sánchez Jara, Kodro, Hagi y Prosinecki. El fracaso fue tan rotundo que tuvo que recurrir de forma precipitada de toda una promoción de futbolistas que estaban madurando en el Miniestadi.
Promoción que se echó a perder porque lo primero que hicieron los córvidos representantes de los chavales fue entrar a saco en las oficionas del club pidiendo contratos desproporcionados, que han hecho de Óscar García, Iván de la Peña, Gerard y Celades, cuatro de los futbolistas españoles que más pasta han ganado en los últimos años…gracias a Johan Cruyff, del que cada vez que abren la boca es para contar maravillas.
Me vence el sueño. Otro día, más. Pero, como me gusta acostarme con la conciencia siempre tranquila, quiero decir que, personalmente, pongo en cuarentena todas las opiniones surgidas del resentimiento y el revanchismo. Aunque reconozco que también yo tengo mis propias obsesiones. A la espera de la pastoril que cada lunes publica el Sumo HP en La Vanguardia, os deseo buenas noches a todos y un feliz fin de semana
P.D. Ojo con el Athletic en el Camp Nou. A los amantes del buen fútbol les invito a acudir al estadio, porque los “leones” practican el fútbol más bonito y vibrante de la Liga española. Les falta Yeste, pero lo suplen con un jovial y veloz juego de conjunto. ¿Nos harán Ezquerro y Joseba Etxeberria los mismos contraataques que el Chelsea? ¿Tomó nota el “Txingurri” Valverde del maestro Mourinho? Y, lo que es más inquietante, ¿han visto Rijkaard y sus auxiliares como juega, cómo remonta los marcadores, cómo suben Iraola y Del Horno al remate, cómo tiran las faltas Tiko y Orbaiz, cuánto peligro tienen en el juego aéreo a balón parado, todos estos chavales?
Mañana lo comentamos.

"¡Que me saquen un ojo!"

Tras lo de Stamford Bridge, me preguntaron en un medio de comunicación qué creía que le convenía más al Barça: que el Madrid ganara en Turín (con lo que concentraría todos sus esfuerzos en la Copa de Europa) o que perdiera (con lo que se engancharía en la lucha por la Liga española). "¡Que pierda el Madrid, toda la vida!", respondí sin vacilación. Lo dije por simple humanidad. No quiero ni imaginarme la tortura que habría significado para el barcelonismo pasarse el resto de la temporada apagando el televisor a la hora de los telediarios, cruzar a escape por delante de los bares los días de jornada europea, mortificados sus oídos por la musiquilla de la Champions, no mirar las portadas de la prensa y tener que establecer una alianza con Mourinho -¡vade retro!- para que echara de Europa al Madrid.
Pero Marcelo Danubio Zalayeta, uno de los uruguayos que fracasaron en el Sevilla de José Antonio Camacho, evitó todo eso. Y mostró una elegante ecuanimidad: si un gol suyo sacó de la Copa de Europa al Barça hace un par de temporadas, esta vez ha sido el verdugo del Madrid. Y, con ello, ha servido de consuelo al 77 % de los barcelonistas, los mismos que en una encuesta del programa de Xavier Bosch en la emisora catalana RAC1, confesaron que la derrota del Madrid les había "consolado" del fracaso europeo de su equipo.
La situación me recuerda al personaje de aquel cuento árabe (o cuento chino, no lo sé a ciencia cierta), a quien se le aparece un genio proponiéndole una tentadora oferta: "Pídeme un deseo que te lo daré, pero a tu vecino le daré el doble de lo que me pidas". Después de mucho pensarlo, el sujeto encuestión le dijo al genio: "¡Ya lo tengo, deseo que me saques un ojo!".

La liga de los estrellados

¡Vaya mazazo para el fútbol español! ¡Vaya ducha fría de realismo! La liga de las estrellas, la que presenta más candidatos a los Balones de Oro, a los FIFA World Player, la que tiene más "glamour" y que acapara futbolistas mediáticos para que hagan girar la rueda de la fortuna deportiva y económica, a la calle. Alguien atribuirá a la mala suerte lo sucedido al Barça y al Madrid en las últimas veinticuatro horas. No faltarán los puristas que tanto mejoroban criticando más a los contrarios -Chelsea y Juventus, es decir, Mourinho y Capello- por su propuesta de fútbol "resultadista".
Sin embargo, lo de estos octavos de final de la Copa de Europa, este desastre mayúsculo, se podía intuir. En la primera fase de la Liga de Campeones, el Deportivo de La Coruña marcó el hito histórico de no conseguir ni un solo gol en seis partidos; el campeón español, el Valencia, fue despedido por la puerta de servicio hacia la Copa de la UEFA, donde cayó a la primera; el Barça, a doble partido, ya habría sido eliminado por el Milan...y el Madrid sobrevivió sin demasiados méritos al Dinamo de Kiev, al Bayer Leverkusen y halló su salvación en un Estadio Olímpico a puerta cerrada y ante los suplentes de la Roma, obligados a disputar un partido que para ellos no tenía más sentido que el de la humillación. Esos son los antecedentes de lo que nos ha llevado a no contar con ningún representante en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Somos menos que Francia, que Holanda, posiblemente que Portugal. Somos la Liga de los estrellados.

¡Qué equivocado está todo el mundo!

Al Barça puede pasarle algún día como a aquel conductor que se metió en dirección contraria por una autopista e iba diciendo: “¡Serán brutos! ¿pues no van todos en contra dirección?”. Embelesados en el fundamentalismo que nos ha inculcado algún funesto gurú, nos estamos perdiendo una de las mejores sensaciones del fútbol: el disfrutar ganando. Nos hemos vuelto dogmáticos de un supuesto buen fútbol –algo difícilmente objetivable-, adoradores de un presunto espectáculo y “torquemadas” de cuantos no nos permiten desarrollar esa belleza simpar sobre un campo de fútbol. ¡Anda que no se han llevado palos el Celtic, el Milan, el Espanyol y el Chelsea por no ajustarse a lo que nosotros consideramos la ortodoxia futbolística! ¡Y, encima, los muy infelices, son capaces de pasárselo bomba si empatan con nosotros o nos eliminan! Tenemos algo de aquellas cerriles y represoras monjas irlandesas de “Las hermanas de Magdalena”, que proyectaban su amargura sobre las desdichadas jóvenes que caían en sus siniestras manos. Lejos de hacer autocrítica, de preguntarnos por qué no ganamos siempre si somos los mejores del mundo, por qué no eliminamos a los que están equivocados, que son todos los demás, nos dedicamos a descalificarlos. Hoy entraremos a saco en el Chelsea, que ha tenido la osadía de apearnos de Europa y de encajarnos ¡cinco goles! en dos partidos. Corramos a calificar su fútbol de indigno, a Mourinho de facineroso y a Abramovich de nuevo rico. Pero seguiremos sin saber por qué, un año más, con la primavera la fanfarria de la Champions no la oiremos en nuestro campo sino cuando jueguen ellos, todos esos que, los muy animales, circulan en sentido contrario.

De Chelsea al cielo

A medida que se acerca el apasionante partido de esta noche en Stamford Bridge entre el Chelsea y el Barça, se reivindica la figura del equipo londinense. Pasa como dice Charly Rexach con el lanzador de un penalti: mientras al que va a tirarlo la portería le parece minúscula, el portero la ve enorme. Pasados los días en que al Chelsea le han llovido los improperios, las críticas descalificantes, el linchamiento mediático por la conducta inadecuada de su entrenador y hasta el desdén por su condición de nuevo rico, hoy debemos fijarnos ya sólo en el equipo azul. Que es, en definitiva, lo que el Barça va a tener delante, el obstáculo que superar si quiere proseguir en la Copa de Europa. Y el Chelsea es un señor equipo que incluso presenta mejores cifras que el propio Barça esta temporada: 1,89 goles a favor por partido jugado frente a 1,88 del equipo azulgrana; 0,35 goles en contra por 0,66 del Barça; y 2,53 puntos por partido (en la Premier League) frente a 2,30 puntos por partido del Barça (en la Liga española). El Chelsea ya ha ganado un título, la Carling Cup, y sólo ha perdido cuatro partidos en toda la temporada: uno de Liga con el Manchester City (1-0), otro en la Copa de la FA ante el Newcastle (1-0, gol de Kluivert) y dos derrotas en la Copa de Europa, ambas por 2-1: la primera en Oporto, de nula trascendencia, y la otra en el Camp Nou, que puede costarle cara. Cara en lo deportivo, porque si fuera en dinero, el talonario de Roman Abramovich cubriría cualquier contratiempo. También ahí el Chelsea supera notablemente al Barça: el club londinense ha invertido en fichajes 220 millones de libras (319 millones de euros), en las dos últimas temporadas, más del triple de lo desembolsado por el Barça. Si el dinero lo pudiera todo en el fútbol, el resultado estaría cantado de antemano: 3-1.

Rafa Márquez, la peor baja

La baja de Rafa Márquez para el partido del Barça frente al Chelsea en Stamford Bridge constituye un serio inconveniente para el entrenador Frank Rijkaard. El mexicano, tras una poco convincente temporada inicial, en la que no se llegó a acreditar como defensa central ni le arrebató el puesto de medio centro a Philip Cocu, es ahora una de las piezas básicas del equipo. Ha demostrado que es un jugador sumamente competitivo, que aporta experiencia internacional al equipo, un carácter que le hace ser respetado por los rivales y unas dotes de liderazgo que dan solidez al grupo. Eso, en el aspecto anímico. En el deportivo ha entendido bien que su trabajo es de apoyo a los centrales y de tapón cuando suben los laterales al ataque, saca bien el balón y combina también los pases largos y cruzados, al “estilo Koeman”, se muestra duro cuando tiene que atar corto a la estrella del equipo rival –en el Camp Nou, precisamente ante el Chelsea, logró desquiciar a Didier Drogba-, es quien mejor va de cabeza para aprovechar los córners y un gran lanzador de faltas desde media distancia, aunque Ronaldinho las acapara todas, sean o no idóneas a sus condiciones. La lesión muscular de Rafa Márquez no reviste gravedad y, en principio, sólo le apartará del equipo un par de semanas, aunque los diagnósticos de los médicos barcelonistas raramente suelen acertar. Pero su ausencia es de suma importancia ante el encuentro de mañana en Londres, porque habría podido tapar al multifacético Frank Lampard y porque habría evitado que el Chelsea ejecutara con la comodidad que acostumbra las jugadas de estrategia. La lesión de Rafa Márquez también proporcionará un argumento para los supersticiosos, que verán la posición de mediocentro en el equipo azulgrana como “maldita”: no sólo Pep Guardiola se pasó una temporada fuera de combate sino que este año han caído, uno tras otro, Motta, Edmílson, Gerard y, ahora, Márquez.

Mourinho, luso pero no iluso

Vaya por delante que no apruebo la conducta del entrenador del Chelsea José Mourinho, de no presentarse a ofrecer la rueda de prensa tras el partido que su equipo disputó en el Camp Nou. También la UEFA le reprenderá a él, y a su club, por esa falta de cortesía. Pero tengo la impresión de que para el exitoso joven entrenador portugués, ahí terminó el episodio extradeportivo de la eliminatoria europea. Desde ese mismo momento, y soportando con displicencia una avalancha de críticas, el Chelsea ha rebatido a sus adversarios en el terreno de la verdad: en el campo. Ganó la Copa de la Liga inglesa remontando el marcador ante el Liverpool en un titánico partido con prórroga (2-3) y ayer se impuso sin más inconvenientes que el de plantar cara a un equipo durísimo en el campo del Norwich City (1-3). En esos dos partidos, como ya era sabido, Mourinho no ha contado con su gran estrella, Arjen Robben. Desde el plano teórico, creemos que la gran preocupación del técnico es repescar al extremo holandés. Pero, por si acaso, y como tampoco podrá contar con el sancionado Didier Drogba, ha dado cuerda en esos dos encuentros a hombres que pueden ser importantes ante el Barça: Joe Cole, que ya ha adquirido el ritmo tras ser suplente casi toda la temporada y en Norwich marcó un golazo; Gudjohnsen, que sin duda hará de Drogba, a quien aventaja en puntería y en técnica para aguantar el balón, aunque carece de su velocidad, agresividad y corpulencia, y Mateja Kezman, el gran fracasado de la temporada pero que viene de salvar a su equipo con dos goles providenciales. Probablemente no juegue como titular (sería la gran baza secreta de Mourinho), pero responde al perfil del jugador revulsivo que, en pocos minutos, ha sabido darle la vuelta a dos encuentros cruciales para su equipo. Lejos de lamentarse por la baja de Robben, que fue importantísima sobre todo para el contragolpe de su equipo en el Camp Nou (raramente habría fallado la ocasión que malogró Drogba), Mourinho ha preparado y mentalizado a tres suplentes para que cubran esa ausencia y la del propio Drogba. Todo lo que tiene de mal educado (según algunos), lo tiene de buen entrenador (según sus admiradores entre los que me cuento, porque ha sabido abrirse un nombre en una selva repleta de caníbales, vividores del nombre y sostenidos por una muchedumbre de pelotilleros).

"Tics nuñistas"

Leo en diarios de sumo prestigio y credibilidad que en la resolución del conflicto con Bartomeu, el ahora presidente del Barça ha mostrado “tics nuñitas”. Exhorto a quien conozca episodios similares durante los 21 años en que Josep Lluís Núñez estuvo al frente del Barça a que los ponga en mi conocimiento. No conozco ningún caso de depuración de directivos en ese período por desavenencias, discrepancias o “incoherencia institucional”. Sí me consta, documentalmente, que muchos directivos pudieron expresar libremente en esa época sus opiniones sin ser represaliados por ello. Y podría citar los nombres de Sobrequés, Lacalle, Mussons, el mismísimo Casaus, Calzada o Fusté, entre otros. Tampoco tengo conocimiento de ni una sola pañolada a Núñez que no hubiera sido puntualmente retransmitida en directo por TV3, como un legítimo servicio de este ente público a la veracidad y al rigor informativo.

El Palau, del oasis al suflé

Recibido con bulla y despedido con indiferencia. Así podría resumirse el paso de Joan Laporta por el Palau Blaugrana, en otro tiempo un oasis en medio del convulso mundo barcelonista y hoy un suflé subiendo en un horno de alta temperatura. No hay diálogo entre Laporta y el Palau, ni siquiera diálogo a través de pancartas o de gritos airados, percata minuta, porque lo que hay es incomunicación. El presidente no ha engañado a nadie pues desde el primer día se ha mostrado como un empedernido futbolero, incluso practicante, dicen que con mejores hechuras que su precursor, Joan Gaspart. Pero la maniobra de quitarse el muerto de encima, colgándose a un nuñista de tanto pedigrí como Valero Rivera, le explotó en las manos: se quedó sin el paraguas sobre el que recaería la irritación del Palau (Valero) y al propio tiempo dio pretexto a que se abriera el cisma larvado en la directiva (Rosell-Bartomeu). Ahora, con un Palau consciente de que los mejores días de las secciones ya no volverán, aferrándose a la irrealidad de unos equipos cuyos presupuestos no se ajustan a los ingresos que generan, Laporta ya no tiene por qué seguir fingiendo más. Y el Palau, tampoco. A veces, la incomunicación también es una forma de diálogo: el diálogo de sordos.

¡Adiós y gracias, míster Mármol!

Cuando Rinus Michels se sentó por primera vez en el banquillo del Barça, en la temporada 1971-72, se inició la relación de amoro-odio que ha perdurado entre los holandeses y el barcelonismo. Venía de modernizar y poner en el mapa mundial a un equipo hasta entonces desconocido, el Ajax de Amsterdam, pero era como el misionero que acaba de abrirse camino entre la espesura de la jungla para evangelizar a un poblado indígena. No traía biblia sino un catecismo holandés con las propuestas de lo que iba a ser el mejor fútbol mundial durante todo ese decenio: el fútbol total. Como todos los innovadores, fue un incomprendido, combatido más por sus formas que por la solidez de sus propuestas deportivas. La disciplina que había podido inculcar en los jóvenes y casi "amateurs" jugadores holandeses, fue mal recibida entre futbolistas latinos, acostumbrados a cobrar mucho y correr poco. Su episodio de la botella de champán, presentándose como camarero en la habitación de un hotel donde estaban celebrando una pequeña orgía los jugadores tras una derrota, prueba el difícil encaje de su filosofía en su nuevo club. El apodo de "Míster Mármol" le fue atribuído por la actitud hierática que mostraba durante los partidos -también se le había impuesto como mote "la esfinge", por esa causa- y por la seriedad y nulo sentido del humor que exhibía ante los periodistas. Entre broncas de la grada, gritos despectivos de "¡formatger!" (quesero) y divorcio con la prensa, suavizado por los buenos oficios de su compatriota Theo Stols, decano de los corresponsales extranjeros, salvó su primera temporada azulgrana gracias a ganar la final histórica de la Copa de Ferias ante el Leeds United (2-1, dos goles de Dueñas), que le reportó al club el trofeo en propiedad.
Pero su doctrina terminó por germinar entre el barcelonismo cuando pudo aplicarla con su jugador fetiche: Johan Cruyff, el mismo que lideró la "naranja mecánica", campeona del buen fútbol y ganadora moral de la Copa del Mundo de 1974. Con Cruyff, el peruano Sotil y un florido conjunto de jugadores españoles, Michels ofreció al barcelonismo una de sus noches más hermosas, la del 0-5 en el Bernabeu, anunciadora en el terreno deportivo de la agonía del franquismo. En cinco años como entrenador del Barça en dos tramos (1971-74 y 1976-78) sólo ganó una Liga y una Copa del Rey, pero dejó para siempre en el barcelonismo el gusto por el buen fútbol como factor prioritario, incluso por delante de los resultados. Su legado sigue vivo.

Purgas en Can Barça

Josep Maria Bartomeu ya no es directivo responsable de la sección de baloncesto del Barça. Siempre ha sido un cero a la izquierda pero ahora ya no es ni eso. El directivo había sido relevado de sus funciones antes de que se montara la pantomima de un supuesto debate sobre el tema en una reunión de madrugada. Ha corrido la misma suerte que Sandro Rosell, directivo encargado supuestamente del fútbol en el Barça pero apartado de sus funciones por su enfrentamiento con Johan Cruyff, el hombre que desde la sombra maneja al títere Laporta, según revela un magnífico reportaje publicado en su número de esta semana por la revista Don Balón. Todavía hay barcelonistas ingenuos y de buena fe que creen que, con el triunfo en las urnas de Laporta, el presidente del "barcelonismo integrador" (cuando antes había sido el "opositor desintegrador"), se superaba el doloroso enfrentamiento entre "nuñistas" y "cruyffistas". Aquéllos aceptaron con elegancia el resultado de las elecciones (algo que sus adversarios no habían hecho jamás), mientras los "cruyffistas" están imponiendo un régimen de terror y listas negras en la prensa, de sectarismo en el entorno y de silencio y opacidad en la junta directiva.