Txiki es el segundo gran culpable de la situación, por haber desmantelado el equipo campeón de Europa hace dos años sin razón alguna. Con Van Bommel, Belletti, Van Bronckhorst, un Larsson y Giuly, esta temporada habríamos tenido mejor “actitud” y seguramente no habríamos terminado hechos unos zorros. Es verdad que quienes han tirado del carro, básicamente, han sido jugadores de la casa (Víctor, Puyol, Xavi, Iniesta, Messi, Bojan), pero ninguno de estos lo descubrió Txiki sino que son “herencia del pasado” y, el mérito de haberles dado confianza en el primer equipo, tampoco es de Txiki, es de Frank Rijkaard. Sólo atribuyo a Txiki el mérito de fichar a Touré y Milito. Y lo hago responsable, en gran parte, de que la plantilla haya sido lo más parecido a una casa de lonocinio. ¿No viajaba Txiki a todos los partidos?, ¿para qué iba? ¿para hacer turismo? ¿no bajaba al vestuario a las medias partes? ¿no veía la actitud de unos y otros? Y, en viendo todo eso, ¿volvió a caer en la “incercia de la autocomplacencia” del año pasado?
He dicho que Txiki es el segundo culpable, porque el primero es Laporta. No puede ser que en dos semanas descubra el desastre en que se había convertido la platilla. ¡Qué sorpresa debió ser para un presidente que, tras caer eliminado el Barça ante del Valencia en la Copa, dijo verle campeón de Europa! ¡Qué sorpresa para un presidente que sólo hace cuatro jornadas veía al Barça en el buen camino de ganar Liga y Copa de Europa, y reprendía severamente a los socios que no coincidieran con él! ¿Qué ha pasado desde entonces?, que era él quien nos quería embaucar y que la respuesta a sus intentos de embaucamiento fueron varias pañoladas y protestas similares, amén de un intento de moción de censura.
Una moción que es imposible que prospere porque los estatutos están concebidos para que sea un intento estéril, es un derecho al pataleo, un ¡Váyase, señor Laporta!, una muestra de su alarmante pérdida de popularidad, de credibilidad y de imagen. Llegó como Kennedy pero lleva camino de terminar como Nixon.
Positivo: las muestras de cariño que está recibiendo Frank Rijkaard, quien ha sucumbido a la despiadada ley de los resultados, pero que cuenta con grandes simpatías y ha calado hondo en el barcelonismo. Yo admito, e incluso coincido con muchas de las críticas que se han hecho a Rijkaard y comparto muchos de los argumentos sinceros y bien razonados que se esgrimen para justificar su despido. Con lo que no sintonizo es con el trato vejatorio, que le ha dado la directiva.
Nejatifo: que siguen pasando los días, ya se han terminado todos los capítulos de Los Soprano, y seguimos sin sacarnos de encima ninguno de los jugadores que nos han arrastrado a la situación en que nos hallamos. Siempre creí que las maniobras de Galliani, Bronzetti y el hermanísimo, eran puras cortinas de humo para dar protagonismo mediático al del turbante. Ahí (y en otros diez casos no menos complicados), es donde me gustaría ver la capacidad, habilidad y preparación de Txiki.
¡Bon dia, bona sort i bon viatge a Ítaca !
El derecho al pataleo
sábado, 10 de mayo de 2008 | Publicado por Enric Bañeres en 1:38 p. m.
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)
|