Xavier Sala i Martin empieza mal

Estoy convencido de que el Barça queda en buenas manos, las del eminente profesor de Economia Xavier Sala i Martin. No pudo votar a Laporta porque no era socio hace tres años (el número de socio se omite en sus biografás oficiales), lo que no le impidió hacer campaña en favor del actual presidente. Y aportar la doctrina neoliberal del círculo virtuoso y la idea, tantas veces repetida por mi, de que ello convertiría a nuestro querido Barça en una gran corporación global, al estilo de la Coca Cola, Disney o Microsoft. En esa línea estamos.
Pero ahora no basta con que el club siga funcionando como una máquina bien engrasada. Hay que preservar la neutralidad, el juego limpio, dar el mismo trato a todos los candidatos. Y que el equipo quede al margen de la campaña. El propio Laporta lo pidió al anunciar que acataba la sentencia que le obligaba a convocar elecciones, y se habrá llevado una sorpresa al ver que destacados miembros de la plantilla, como Samuel Eto'o, están haciendo campaña a su favor.
Del mismo modo que a los candidatos hay que pedirles que no desestabilicen al equipo, al equipo hay que exigirle que no interfiera en las elecciones. Y Xavier Sala Martín debería tomar buena nota de eso. Aunque poco fair play se puede esperar de alguien tan vinculado a un presidente que no quería elecciones. Y que, finalmente las ha puesto en la fecha más propicia para tratar de que no se celebren.

Nejatifo: que la Unió de Federacions Esportives Catalanes (UFEC), esté intentando colar a toda prisa, antes de las elecciones autonómicas de noviembre, un decreto por el mandato de los presidentes de los clubs deportivos catalanes, el del Barça entre ellos, tenga una duración de seis años en vez de cuatro. Sería difícil encontrar una cacicada de superior calibre.

Positifo: que al no admitir a trámite la demanda de inhabitación a Laporta, el Tribunal Català de l'Esport ha evitado la jihad barcelonista a la que estaban llamando los estómagos agradecidos y las plumas cautivas deseosos de mostrar su gratitud por los favores y las prebendas recibidos, en artículos incendiarios que sembraron la crispación entre los pacíficos barcelonistas. Ahora que hemos erradicado la violencia física de nuestro club, sólo nos faltaría reemplazarla por este otro tipo de violencia verbal, la caza de brujas y la discriminación entre barcelonistas buenos (ellos) y barcelonistas malos (quienes no piensan como ellos).

¡Bona nit, bona sort i Visca el Barça!