"Espero que guanyar no se'ns faci aborrit", dice Lluís Llach en una larga entrevista que publica la revista Barça: "Espero que ganar no llegue a aburrirnos". El autor del Viatge a Ítaca también se muestra sorprendido por la unanimidad que ha existido en el barcelonismo para alcanzar el éxito. Una unidad "a la que, la verdad, no estábamos acostumbrados", dice el cantautor de Verges. ¿Podemos cansarnos de ganar? El referente más cercano es el dream team, que no murió por aburrimiento sino por autoinmolación, destruído por el súbito delirio de uno de sus creadores. Luego encadenamos una fase hiperganadora, si contamos la temporada de Bobby Robson y las dos primeras de Van Gaal, con un total de siete títulos y un juego elogiado por doquier. Fue la única vez en que ha visto a muchos barcelonistas irritados por ganar, deseosos de que su equipo perdiera, empujados a un clima de enfrentamiento y desunión opuesto al ambiente paradisíaco que ahora describe el autor de, oído al dato, L'estaca y de Campanades a mort . Como esa situación no se da ahora, ni existe, a diferencia de entonces, una oposición obstinada en causar daño al Barça, no creo que nos cansemos de ganar. El peligro viene por otra lado: la amenaza es que nos lleguemos a creer invencibles. Que caigamos en el síndrome que tanto daño le ha hecho a Brasil en el Mundial y que, a otro nivel, también le dio la boleta a la selección española. En el deporte hay dos pecados que no merecen indulgencia: el de pereza, que comete quien se cree que puede vivir de rentas, y el de soberbia, que se perpetra al menospreciar a los demás. El Barça ha hecho una gran temporada pero contó con el grave deterioro institucional y deportivo del Madrid, su rival más fuerte. Y, en Europa, no hay que contar con que siempre gozaremos de "la suerte de los campeones" que nos ha amparado esta temporada.
Positifo: la celeridad con que el Madrid ha resuelto el proceso electoral y la personalidad mostrada por su nuevo presidente, Ramón Calderón, quien no dudó en autoproclamarse presidente poniendo a la Junta Electoral y a los demás candidatos ante una situación de hechos consumados irreversible y evitando de tal modo un largo y triste culebrón.
Nejatifo: el linchamiento que algunos medios han promovido de Andrés Iniesta porque su nombre fue utilizado por una candidatura en las elecciones del Madrid. Cualquiera puede decir: "Si salgo elegido presidente, pagaré los 60 millones de cláusula de rescisión de Iniesta". ¿Qué es lo que tiene que desmentir? Para el jugador (que no es titular fijo), es un halago que alguien quiera pagar por él esa cifra, aunque sólo sea un farol, y más cuando acaba de pasar inadvertido por el Mundial.
¡Bona nit, bona sort i Visca el Barça!
¿Aburridos de tanto ganar?
lunes, 3 de julio de 2006 | Publicado por Enric Bañeres en 9:30 p. m.
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