Ser el mejor jugador del mundo en el último bienio confiere a un futbolista determinados privilegios. Ronaldinho rinde en el campo como el que más pero comienza a mostrar algunos síntomas de endiosamiento que no preludian nada bueno para el Barça. En catalán coloquial, tenemos licencia para inventar verbos a partir de nombres propios y, para definir lo que creo que está sucediendo con Ronaldinho, a mi se me ocurre crear el verbo maradonejar, que en castellano tendría su correspondiente en maradonear. Ronaldinho maradonea…un poco. No me gustó aquello de que un día llegara tarde y en taxi al aeropuerto, donde estaba toda la expedición esperándole para ir a Bremen, creo. Por mucho menos, por llamar desde el móvil antes de un partido, un ex compañero suyo se cayó de la convocatoria. Y eso, los demás lo ven. ¿Entrenarse? Lo hace a la carta porque si hiciéramos inventario de los entrenamientos que se ha saltado, tendríamos la mosca detrás de la oreja. Y eso, los demás lo ven. Hoy, cuando escribo estas líneas, todavía no ha regresado de Zurich, donde ayer recibió su segundo premio de la FIFA. Y eso, los demás lo ven: si encima sale de titular esta noche ante el Celta (cosa que no creo), el malestar en el vestuario estaría servido. A Maradona lo traspasó el Barça al Nápoles, primero porque era un grandísimos negocio económico –ya sabeis lo que le tiraba la pela a mi admirado Núñez- pero también porque se había hecho incompatible con el buen ambiente del grupo eso de que todos –incluso Menotti puso los entrenamientos por la tarde- tuvieran que estar a expensas del crack.
Ya sé que, quienes sólo veis en mis artículos elementos desestabilizadores, cizaña y rencor, os tomaréis este artículo en ese mismo sentido. Me gustaría que, por una vez en la vida, antes de reaccionar con la virulencia que suelen algunos, reflexionarais: ¿no ha sido víctima del Madrid del vedettismo de una suma de individualidades? El Barça debe corregir cualquier posible desviación puesto que su éxito radica no en la suma de Balones de Oro sino en el carácter colectivo de un equipo en el que ya no se nota ni la ausencia de los más grandes.
Positifo: las sencillez demostrada una vez más por Frank Rijkaard, que no quiere sacar pecho por la buena racha de su equipo y destaca el carácter colectivo de los éxitos.
Nejatifo: que no se hayan cumplido las expectativas más optimistas (periodísticas) que indicaban que Mark van Bommel podría reaparecer ante el Celta.
Cuando llegue a Ítaca dejaré de provocar
Ronaldinho "maradonea" un poco
martes, 20 de diciembre de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 10:37 a. m.
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