Sin Xavi, sin Van Bommel, sin Márquez, sin Motta pero con un equipo que tiene un estilo, una personalidad, una confianza en sus posibilidades que le hacen invulnerable a este tipo de contrariedades. Peor fue lo del año pasado y se superó. Más que la ausencia de Xavi, me preocupaba la posible psicosis que podría provocar en la plantilla, el temor de sus compañeros a ser el segundo en perderse el Mundial. Alarma infundada: bajo los palos de El Madrigal, ante un adversario del que esperábamos un fútbol de altura y lo ha cambiado por el juego subterráneo, ningún jugador del Barça ha vuelto la cara. Y eso reconforta: ni los lesionados del año pasado, ni los mundialistas, ni el que va a ir a la Copa de África ni los que tienen casi asegurada la titularidad a causa de las bajas.
Amén de ser superior en individualidades, el Barça ha superado tácticamente al Villarreal. Es como si a Riquelme, el almirante del submarino amarillo, se le hubiera encerrado en su camarote, emparedado siempre entre Motta, Deco y Edmilson. Y, las pocas veces que ha conseguido mirar por el periscopio, lo único que se le ha ocurrido gritar es "¡Inmersión, inmersión!". Ciertamente, el ritmo que impone el Barça no es para Riquelme: ni le iba como jugador barcelonista ni lo soporta como rival. Tomando decisiones, es más lento que el comandante del Titanic (pese a lo cual lo malvendimos). En consecuencia, Riquelme perdió por inferioridad su esperado de duelo con Ronaldinho y el Villarreal demostró que, pese a los antecedentes de las últimas temporadas, está hoy por hoy años luz por debajo de este Barça. Y porque faltaba Xavi que, con él, 0-5.
Positifo: que Florentino Pérez siga cargándose a entrenadores que ni han intervenido en la confección de su plantilla ni son capaces de gobernarla, cuando el problema está en el modelo diseñado por el propio presidente, atendiendo antes a las necesidades de marketing que a las deportivas. Tales criterios, los del llamado círculo virtuoso han arrasado con la clase media (los Makelele, Geremi, Solari, Cambiasso, Munitis, Morientes y hasta Owen) y la cantera madridista para presentar una alineación de muertos vivientes con los que el sexto entrenador tendrá que seguir intentando un imposible. Porque Florentino no va en busca de un entrenador milagro sino de un entrenador paraguas.
Nejatifo: la forma burda y soez con que se trata de salvar al Athletic de Bilbao. Prolongar su partido ante el Atlético más allá del minuto 95 y después de que un petardo hiciera explosión junto a la sien del portero suplente, fue una canallada.
Tranquilo Iniesta, que Ítaca está cada vez más cerca
¡Inmersión, inmersión!
domingo, 4 de diciembre de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 11:55 p. m.
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