Joan Laporta ha recomendado a los trece jugadores del Barça que esta semana están transferidos a sus distintas selecciones que se dosifiquen. Una recomendación muy razonable, habida cuenta de experiencias anteriores en que los internacionales del Barça han regresado con problemas físicos, que después repercuten en su rendimiento para el club que les paga. A mi me gusta que la gente hable claro, que no se muerda la lengua y que diga lo que piensa sin necesidad de pensar mucho lo que dice: yo siempre he actuado así. El problema es que seas presidente del Barça y, al mismo tiempo, te quieras proyectar en el mundo abrazándote a los dirigentes de las federaciones argentina, brasileña o mexicana, aceptes cargos en la FIFA y te ofrezcas de chico para todo en la UEFA. Sólo un caradura estaría en un bando y en el contrario. No puedes ser un hombre de Villar, escurrir el bulto cuando en la federación española se va a discutir un tema relativo a la selección catalana y luego criticar lo que allí se haya decidido. No se puede ser un patriota defensor de tu selección nacional, aunque desde el punto de vista oficial sea una entelequia, y pedirles a Messi y Ronaldinho que no metan el pie con la albiceleste o la verdeamarelha, lo que en sus países sería considerado una traición nacional. Todas esas contradicciones, propias de quien quiere abarcar mucho y termina por no apretar nada (ya le pasaba al otro amic Joan), en el fondo reflejan el gran problema que existe en el fútbol actual: el gran conflicto de intereses, la contradicción en suma, entre los clubs y las selecciones. Yo, parafraseando al gran Albert Boadella, lo resumiría diciendo que “las selecciones son como los pedos, sólo se soportan los propios”.
Positifo: que por fin volvemos a la fórmula que ya existía en este país respecto del fútbol televisado. Y no me satisface sólo porque deja de maltratarse al telespectador y al aficionado, que al fin podrá organizarse sabiendo a qué hora serán los partidos, sino que se evita la sangría que amenazaba con arruinar a los clubs, pringados en una guerra de ambiciones desmedidas pero en realidad ajenas al propio fútbol.
Nejatifo: que el fichaje de Ten Cate como segundo en el Chelsea en realidad no puede disimular que ha fracasado en el intento de hacer del Ajax un equipo grande. Su caso, no obstante, reivindica la importancia que tiene el segundo entrenador, como demostró en el Barça, como lo es Carlos Quiroz en el Manchester (tras fracasar como primero en el Madrid), como en su día lo fue José Mourinho con Bobby Robson o antes Carles Rexach con Johan Cruyff.
¡Bon dia, bona sort i bon viatge a Ítaca !
¡Salid y dosificaos!
miércoles, 10 de octubre de 2007 | Publicado por Enric Bañeres en 10:01 a. m.
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