¿Código para el presidente?

El incidente del presidente del Barça con un ex empleado del club es un nuevo hecho lamentable que califica con suspenso la actuación de Joan Laporta. El suceso, ampliamente difundido por los medios de comunicación –con las webs tirando del carro y marcando el paso-, se produjo cuando Laporta se encontraba en un acto oficial del club, un acto institucional, y como anfitrión de un club visitante. Lamentable reacción, visceral, prepotente y ofuscada de alguien que en todo momento debe tener los nervios bien templados. No hay un código de conducta para presidentes porque se les supone un comportamiento intachable. Y así ha sido a lo largo de toda la historia: hombres que dignificaron el cargo, que engrandecieron el patrimonio, que llenaron de trofeos las estanterías del museo. Pero, por encima de todo, hombres que sirvieron al club y no se sirvieron de él. Barcelonistas de verdad y no aprovechados del cargo, arribistas, trepadores. Gente que soportó campañas infamantes, mociones de censura basadas en mentiras, en suposiciones injuriosas, acusaciones sin más base que la calumnia, que no tenían en cuenta el daño que hacían al club, el enfrentamiento fratricida que provocaban entre los barcelonistas. Laporta sigue instalado en el sectarismo: empezó limpiando el club de todo lo que hiciera tufo de nuñismo (los Maxenchs, Parés, Migueli, Rifé, Pujol, director del museo…), y luego hizo lo propio con el rosellismo (Laura Alsina, el hermano de Guardiola, Castillo…). No contento con echarlos del club, le molesta encontrárselos por la calle. Es fácil de comprender: Caín creía ver a Abel por todas partes.

Positifo: el cambio de mentalidad, cada vez más exigente, que se está produciendo en el barcelonismo, que se traduce en el apoyo a los jugadores que se dejan la piel en el campo y la crítica a los que muestran poco compromiso con la camiseta.

Nejatifo: que parece que nos ha llegado la moda que tanto habíamos criticado en el Madrid galáctico, la de los jugadores que juegan por contrato. La operación “salvemos al soldado Henry” de la semana pasada y la que ahora se está produciendo con Ronaldinho, tratan de imponer la idea de que en el equipo hay jugadores imprescindibles, aunque su rendimiento indique lo contrario.

¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!