La fragancia del linimento

¡Qué noche la de aquel día! ¡Qué homenaje al fútbol firmaron el Milan y el Liverpool! ¡Que modo tan sensacional tuvieron los reds de subvertir el orden, romper los pronósticos, someter a una potencia, seducir a la bella, cautivar a todo el mundo, imponer su espíritu, su coraje, la determinación! El Milan viajó a Estambul a ganar una final más, a cumplir un trámite, a cumplir con el último compromiso de la temporada. Y salió de estampida, consciente de que la curva de edad de su defensa y centro del campo, le obligaba a dejar resuelto el tema lo más pronto posible. Pero delante no tenía a un equipo cualquiera. Delante estaba el Liverpool, es decir, una leyenda. Y el Milan habría ganado la final si no hubiera tenido la osadía de querer enterrar esa leyenda: todo habría transcurrido con normalidad si el inesperado gol de Maldini lo hubieran defendido los hombres del tandem Ancelotti-Berlusconi al tradicional estilo italiano, es decir, aplicando el catenaccio. Pero el Milan se creyó en condiciones de hacer con el Liverpool lo que en su día hizo con el Steaua o con el Barça de Cruyff. Ese fue su error, esa fue su tumba. Al Liverpool se le puede ganar pero, humillarlo, ¡jamás!. ¡A Full Monty nadie la baja los pantalones!
Y el 0-3 al filo de la media parte provocó la conjura de los ingleses, terror de Europa: entre el Liverpool y el Chelsea se han cepillado este año a toda la elite continental. Y lo han hecho porque han rescatado para el fútbol un valor que aquí, en tierra firme, habíamos desdeñado, convencidos de que el mejor futbolista es el que gusta más al jefe de marketing, el que vende más camisetas, el que sale en más juegos para video consolas. Pero de nuevo el aroma del linimento se ha impuesto a la fragancia de Armani. Y, por una vez, no fue Full Monty quien al final quedó con el culo al aire.
Y, ya que anoche no pude hacerlo pues tuve que acudir a una tertulia de RAC1, si más dilación, esta noche rendiré mi homenaje a Gerrard, Luis García, Carragher, Xabi Alonso y el espíritu de los reds, como ellos y yo nos merecemos: echándome al coleto un par de pintas Bombardier en el pub cercano a mi casa. ¡También a vuestra salud!


Anexo.- Mañana explicaré por qué considero a Txiki Begiristain el gran perdedor de Estambul (designación de Cocu en el once ideal, Luis García como pieza fundamental de los campeones y otro argumento de nueva creación). Y admitiré con sumo gusto las opiniones discrepantes.

¡Seguimos vuestra estela hacia Ítaca, reds!