Por qué defiendo a Mourinho

El ajuste de cuentas con el pasado azulgrana prosigue a buen ritmo ensu proceso cainitiva y antropófago. Pensé que los lapocruyffistas estarían contentos y felices por el éxito de su equipo. Pero descubro en algunos de sus más conspicuos gurús una obsesiva inquina que difícilmente les permitirá gozar del triunfo deportivo con alegría.
Los ataques a José Mourinho no consiguen ocultar una vendetta contra sus maestros, Bobby Robson y Louis van Gaal, y contra su valedor, Josep Lluís Núñez, a quien no tuvo reparo en ir a abrazar de forma pública y ostensible en la tribuna del Camp Nou, en una de sus recientes visitas a Barcelona. El brutal, sistemático y pertinaz acoso al joven entrenador del Chelsea es una pura y simple represalia (y miles de barcelonistas de buena fé son inducidos a esa corriente de odio en base a unos incidentes de menor trascendencia ocurridos en el Camp Nou).
Lamento la amargura y el resentimiento de quienes imaginé que ahora estarían dando saltos de alegría pero viven rehenes de su pasado (que en mayor o menor medida nos aprisiona a todos), tratando de satisfacer en cada instante sus ansias de revancha. Y me asquea que la propia UEFA se apunte al linchamiento al calificar al renovador técnico portugués (elegido por dos años como el mejor de Europa, por votación popular) como "enemigo del fútbol". ¡Enemigos vosotros, hombres de Dios, viejos carcamales fracasados, y enemigos del fútbol vuestros siniestros profetas que semana a semana, con una pesadez digna de mejor causa, se permiten imponer a las masas qué es fútbol y qué no lo es, cuándo hay que disfrutar y cuándo han de rasgarse las vestiduras!.