Aceptable Barça, pésimo Athletic

La derrota del Barça en Stamford Bridge no cayó en saco roto. Pese a la arrogancia que mostraron muchos adictos a la derrota, enganchados a perder como el sumo objetivo de los grandes equipos -¡a dónde nos han llevado las insensatas teoría de unos gurús fracasados!-, al menos Frank Rijkaard sacó la vena italiana, dejó en el vestuario la holandesa y arrolló a un Athletic de Bilbao que defraudó por su mansedumbre. Comenté el partido en la retransmisión en catalán de Ràdio Barcelona y, en la primera parte, dije que el Athlétic si no hizo más es porque el Barça esta vez supo defender en equipo, jugó de forma compacta y Víctor Valdés no tuvo que emplearse ni una sola vez. El segundo tiempo fue malo de solemnidad porque, quienes esperábamos una reacción de los vascos –que hubieran sacado a Urzaiz, por lo menos-, vimos que el ya caducado Ernesto Valverde y sus muchachos no estaban por la labor de ofrecer espectáculo, eso que tanto gusta en el Camp Nou. Y, en las dos oportunidades en que Joseba pudo meter a su equipo en el partido, le faltó convicción y permitió que Víctor Valdés le ganara en el mano a mano. ¿Faltaba Yeste? Tal vez: pero uno creyó que lo que le pone Yeste en los partidos sus compañeros –Gurpegi, Orbaiz, Iraola, Joseba…- también lo iban a poner. Y, que si quieres.
Pero esta vez el Barça, dejando a parte las florituras de Ronaldinho, sus colosales pases en el primer tiempo y sus incursiones en serpentina durante el segundo, más las coladas y el gol de Giuly, fue más a lo práctico. Jugó y no dejó jugar que es lo que han de hacer los equipos buenos, aunque esa perniciosa idea que nos han metido en las meninges dice que los buenos equipos son “los que juegan y dejan jugar” . Eso es lo que suele utilizarse como elogio agradecido de los rivales perdedores pero yo no lo quiero en mi equipo, porque eso es lo que hizo el Barça en Londres y así le fue.