El título del exitoso libro de Sandro Rosell podría aplicarse a la situación creada en el Barça tras el simulacro de elecciones en el verano más tórrido de este siglo. El barcelonismo es conservador y detesta las aventuras cuando las cosas van bien: esa es la explicación, y no otras, de los gloriosos veintidós años que Núñez se mantuvo en la presidencia para situar al Barça en la primera línea mundial. Ahora, tras el caótico paréntesis gasparista al que empujó la esquizofrenia golpista del Elefant Blau, el primer equipo de fútbol está en el punto más dulce de su historia, y lo dice alguien que lleva casi medio siglo sobre el asunto.
Laporta no quería elecciones pero, bien aconsejado por Miquel Roca, las convocó para salvar el riesgo de inhabilitación. Se convocaron elecciones pero en un escenario que sólo podía animar a un insensato o un kamikaze. Sin contrincantes de peso y con una afición embelesada por el juego y los éxitos del primer equipo, sólo podía producirse un plebiscito en favor de la continuidad, como pasaba en los mejores años del nuñismo. Pero ese respaldo social a Laporta no deben interpretarlo, él y su equipo, como un manos libres para gobernar al más puro estilo sátrapa. En el mundo real azulgrana, entre ciento treinta mil socios no ha aparecido ninguno que fuera una alternativa al actual presidente en las peculiares circunstancias actuales. Pero esa no es la única lección que debe extraerse de este fugaz episodio de elecciones non natas: el mundo real azulgrana ha demostrado que bastó uno solo de esos ciento treinta mil socios, un descamisado, para poner al presidente y todo su aparato contra las cuerdas.
Positifo: la presencia del Bayern de Munich, para mi el mejor equipo europeo del momento tras el Barça (digo del momento, una afirmación que revisaré semana a semana), en un Gamper que ha recobrado su antiguo prestigio. Es un partido que trasciende al carácter amistoso del torneo, como el del año pasado ante la Juve, porque tal vez estamos ante el ensayo de la final de la próxima Liga de Campeones.
Nejatifo: el comportamiento de Henrik Larsson (¡vaya mosquita muerta!), denunciado ante la justicia por un ciudadano sueco que vio por televisión cómo daba un puñetazo a un rival, falta que no apreció el árbitro pese a que la víctima tuvo que retirarse. Espero que Ronaldinho tome buena nota y no se fíe de la tolerancia arbitral para arrear codazos como el que le pegó impunemnte a Zabaleta en pleno rostro sin venir a cuento o pisotones en el tobillo, a los que es tan propenso (véase el Brasil-Ghana). En Suecia no admiten que un ídolo de los niños como Larsson pueda ofrecer imágenes violentas por televisión. Razón de más en un embajador de la Unicef.
¡Bon dia, bona sort i Visca el Barça!
Bienvenidos al mundo real
martes, 22 de agosto de 2006 | Publicado por Enric Bañeres en 10:32 a. m.
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