Alguien comentó esta mañana en este mismo espacio que comprometer la camiseta del Barça con la Unicef es incumplir un mandato de la asamblea, una de las menos concurridas y participativas de la historia del club, que bajo la amenaza de disolución de la entidad, autorizó a esta junta a que buscara recursos para evitar el desastre. Un desastre al que nos había conducido la insensata gestión de Joan Gaspart, que incluso pasaba por encima de excelentes ejecutivos como Xavier Pérez Farguell y Jaume Parés, para imponer sus alcaldadas, como el fichaje de Saviola (Pérez Farguell y los servicios técnicos preferían gastar menos en el portero Francesco Toldo), o la astronómica renovación del contrato de Puyol, presionado por TV3, que creaba alarma con una posible marcha del noi de la Pobla al Madrid, o el de Kluivert, con idéntica excusa. La desastrosa gestión de Gaspart, magnificada por esos diez días en que la junta de Laporta cerró el último ejercicio del hotelero, creó tal pánico en el barcelonismo, que un puñado de compromisarios presas del síndrome de Estocolmo en la primera asamblea del laportismo, aceptaron que se manchara la camiseta para salvar el club de la desaparición.
Eso es así y no es de ningún otro modo.
Pero ¿dónde figura la autorización para regalar la camiseta? ¿quién dio esa autorización? ¿cuándo recibió Laporta ese mandato? La ocurrencia de autopromoción de Laporta a través de un contrato que a la Unicef se la repamfinfla, incumple los mandatos de la asamblea y vulnera una tradición histórica y única en el mundo, de la que el barcelonismo se siente legítimamente orgulloso. Porque a Laporta se le empañan los ojos cuando imagina un Madrid-Barça como un Unicef-Siemens, pero más emocionante aún resulta hacer acopio de toda la literatura, que desde Manuel Vázquez Montalbán a Jimmy Burns y otros, se ha pergeñado sobre el único gran club del mundo que siempre ha antepuesto la limpieza y/o virginidad de su camiseta, a cualquier otro interés, económico, social o de promoción personal.
Positifo: que si la camiseta del Barça vale 20 millones de euros y la Unicef necesita dinero para sus fines humanitarios, busquemos un buen patrocinador y démosles anualmente parte de esos veinte millones a la Unicef. O démosle a la Unicef los beneficios de un partido amistoso disputado anualmente en el Camp Nou con las mejores figuras mundiales, como hizo Núñez sin darse autobombo.
Nejatifo: que Saviola ya es un elemento de discordia y de división entre aficionados, tertulianos, bloggeros y periódicos, como me temía. El mismo diario que ayer trataba a Saviola de filibustero, hoy publica una encuesta (53 % a favor del jugador, 47 % en contra), en la que se aprecia la división del barcelonismo por este tema.
¡Bon dia, bona sort i Visca el Barça!
¿Por qué la Unicef?
viernes, 1 de septiembre de 2006 | Publicado por Enric Bañeres en 12:31 p. m.
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