Puyol hace más grande a Thuram

Volvió Carles Puyol al equipo y parece no haber aprendido nada de la ración de banquillo que le recetó Frank Rijkaard: vuelve el corazón del Barça con más taquicardia, si cabe, con mayor aceleración, con una ansia desmesurada de personarse en todas las jugadas. No para de tirarse al suelo al menor contacto con aspavientos hacia el árbitro: "¡Mire que me han hecho, mire que me han hecho!", cuando empieza a no colar ese truco de tirarse para que el delantero lo arrolle si ve que no llega. Está inventando lo nunca visto: el defensa piscinero. Lo malo para él, que siempre ha sido muy voluntarioso, que se deja la piel y se ha convertido en un símbolo (muy bien remunerado, por cierto), es que viene un señor como Lilian Thuram y lo deja en evidencia. ¡Qué pedazo de defensa! ¡Qué elegancia y serenidad! Por suerte, ese maestro le ha llegado a Puyi en el momento en que debería volver a la escuela para repasar el manual del buen defensa. Con voluntad, humildad y menos egoismo, lo suyo tiene remedio.

Positifo: que pese a la endeblez del rival, que se prestaba a que el Barça se lo tomara como una pachanga, el espectáculo ofrecido por el equipo ante el Levski de Sofia ha recompensado a los héroes que han acudido al Camp Nou (entre ellos, los 2.000 búlgaros, fríos y remojados como pollitos en el gallinero del estadio).

Nejatifo: que la Uefa haya tenido que decirle a la directiva del Barça que ya estaba bien de show y le haya impedido montar un numerito sensiblero con niños, antes del comienzo del partido, para promocionar más la camiseta de Nike.

¡Bona nit, bona sort i Visca el Barça!