Fuera racistas del Camp Nou

Las denuncias de Samuel Eto'o, valientes e imposibles de refutar, han golpeado en más de una conciencia indiferente sobre la cuestión racista. Confío en que el partido del miércoles, ante el Chelsea, sea una muestra clara, nítida, indiscutible, de cuál es la posición del barcelonismo. Lo digo porque son muchos los asiduos al Camp Nou que nunca han oído aullidos simiescos contra el madridista Roberto Carlos. Tampoco en el Bernabéu oyeron los hinchas del Madrid gritos semejantes contra Carlos Kameni y Didier Domi, y hay quien no los oye en Montjuïc contra Marcos Assunçao, del Betis, contra Kome, del Getafe, y hasta contra su propio portero camerunés. Gritos que han obligado a que la Comisión Antiviolencia abra algunas investigaciones al respecto.

¿Por qué me preocupa ese aspecto del partido contra el Chelsea? Porque bastaría que uno solo de los que insultaban a Roberto Carlos se comportara del mismo modo con Claude Makelele, Alexis Gallas, Didier Drogba o Geremi, para que el oprobio recayera sobre el Barça. Basta con recordar que por el sujeto o la sujeta que deslizó sobre el césped una cabeza de cochinillo, todavía nos dicen el nombre del puerco. Y no es menester que recordemos aquí que todos los periodistas ingleses vendrán predispuestos a detectar cualquier exabrupto de carácter racista, después de que el ínclito Luis Aragonés tuviera la ocurrencia de escandalizar al mundo con las barbaridades que dijo a José Antonio Reyes sobre Thierry Henry.

Pero no es por temor a una sanción ni por el qué dirán que el Camp Nou debe tener una conducta ejemplar. Debe hacerlo por convicción y el propio público es el que debe acallar, si se producen, los gritos de algún desalmado impresentable. Que, además, insultando a jugadores visitantes, está insultando también a los de casa porque Samuel Eto'o ha sido claro al solidarizarse con todos los jugadores, y no jugadores, víctimas de la lacra del racismo: “Cuando los insultan a ellos, es como si me insultaran a mi”.