El Madrid va a sacar en el Camp Nou todo su orgullo, dicen quienes creen entender la mentalidad del equipo madridista, convencidos de que no va a luchar ante el Barça por tres puntos que tampoco le darán el título -aunque le permitirían soñar vagamente con esa quimera- sino por reivindicarse. Cualquiera que se enfrente hoy en día al Barça de Ronaldinho se pone ipso facto en los focos de la atención mundial. Uno crece o disminuye en función de la categoría de sus adversarios y el Madrid necesita acudir al estadio azulgrana pues por el mero hecho de ser el rival del Barça ya va gozar de una cuota mediática que ha perdido en una temporada nefasta. El Madrid no sólo está herido en su orgullo: está herido de muerte como equipo, como sistema, como colectivo. Es un proyecto fallido, el galáctico, no por malo como idea (ahora el Barça lo ha copiado) sino porque se le pasó la fecha de caducidad. Hace unas semanas invocaban el espíritu de Juanito y pusieron en circulación el chiste macabro de que eso les convirtió en once juanitos, ánimas del purgatorio que al Camp Nou vienen cual Santa Compaña a penar sus muchos errores.
Pero si el Madrid va a echar mano a la desesperado de su orgullo, el Barça debe prevenirse del perjuicio que se derivaría de una derrota. Cosquillas de un tábano a un purasangre. Pero conviene no encadenar tres pinchazos consecutivos aunque la infinita aura de bondad que rodea al club sepa disculparlos con zalameros argumentos. La realidad es que en dos salidas (Málaga y Lisboa), cero goles a favor y cero en contra. Resultados, dicho sea con todos los respetos, más propios del Depor de Arsenio que del Superbarça de Rijkaard. Otro pinchazo y hasta el Benfica nos perdería el respeto que nos tuvo durante el primer tiempo en Lisboa. Pulutant, tampoco para el Barça lo más importante son los puntos. Si para el Madrid lo primero es recuperar el orgullo, para el Barça lo último sería sufrir un nuevo perjuicio.
Positifo: que los árbitros hayan cobrado. Siempre sospeché que lo suyo, como el oficio más viejo del mundo, sólo podía hacerse por dinero. Al menos ahora ya no me cabe ninguna duda.
Nejatifo: que el Barça haya hecho otro fichaje para el departamente de protocolo, engrosando la nómica de todo lo que se refiere a comunicación y relaciones públicas con una veintena de empleados, sin contar con los del Canal Barça y no se sabe si los de la web del club, dado el oscurantismo que rodea a un departamente cuya misión debería ser la de informar. Mucho debía valer (y doy fe de que vale) Ricard Maxenchs, cuando son necesarias tantas incorporaciones para tratar de hacer su trabajo tan bien como él lo hacía.
¡Bona nit i bona sort!
Orgullo y perjuicio
sábado, 1 de abril de 2006 | Publicado por Enric Bañeres en 12:04 a. m.
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