La ambigüedad de Eto'o

La forma en que Eto'o lleva lo del racismo me deja perplejo. Cuando llegó al Barça prometió "trabajar como un negro para vivir como un blanco". No quiero ni imaginarme el escándalo que habría montado mi Colegio de Periodistas si alguna/ún colega se le hubiera anticipado preguntándole: "¿Piensa usted trabajar como un subsahariano para vivir como un suprasahariano?". La verdad es que conozco pocos blancos, salvo algunos privilegiados, que puedan permitirse el parque automovilístico de que goza el muchacho. Luego, se presenta triunfador en su país, lanzando dinero a la muchedumbre (ante la mirada complacida de Jan Laporta), como habría hecho cualquier cacique en la etapa colonial.
Y cuando todos nos escandalizamos por la indecente proclama racista de Luis Aragonés, él le defiende y le quita una importancia...que magnifica si le afecta personalmente en un campo de fútbol. En plena borrachera por el triunfo azulgrana en la Liga, se le ocurrió lanzar aquellos insultos -"¡Madrid, cabrón, saluda al campeón!"-, de los que se disculpó con la boca pequeña.
Ahora sigue en su escalada de provocación, preparando algo sonado para el Bernabeu, tal vez el abandono del campo al primer aullido. Y, desde mi punto de vista, hará bien porque yo sí soy antirracista y ya lo era cuando oía gritarle a Luis Enrique aquello de “¡Tu padre es Amunike!”. Pero, desde esa legitimidad, me pregunto cómo habrían sido recibidos Puyol u Oleguer en Chamartín de haber pronunciado aquellos insultos intolerables. Porque a los suprasaharianos, hay cosas que no nos están permitidas ni contamos con una coartada racista para permitírnoslas.

Positifo: que Nicolás Anelka, uno de los jugadores que más admiro y no sólo por ser uno de los más sonoros fracasos del Madrid, haya vuelto a la selección francesa con éxito y se perfile como internacional bleu en el Mundial.

Nejatifo: que después de los viajes de Ingla, Soriano y Laporta a la China, similares a los de Marco Polo, resulta que no somos los primeros en hacernos con ese ingente mercado futbolístico. ¿Qué n’aprenguin…?


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