Quien me inspira más confianza en el Barça es Frank Rijkaard. Le disculpo las dos o tres salidas de madre que ha tenido últimamente, porque comprendo que un entrenador se encuentra muy presionado y demuestra la intensidad con que vive los partidos. Y le exonero de la planificación de la temporada, del nocivo viaje veraniego por Estados Unidos, que Laporta justifica porque el Barça ayudará a reintroducir el fútbol en aquel continente, cuando sus giras han tenido ínfima repercusión medática y económica, comparada con el retiro dorado de los Beckham en California. He hecho el inciso para que cada palo aguante su vela.
Sintetizaré: me gusta que Rijkaard, tras los fiascos defensivos ante el Espanyol y el Alavés, esté ensayando la mejor defensa. Confío también en que el puzzle se habrá terminado dentro de tres semanas, cuando empiezan los Alpes en el tour de la temporada. Y ello es aplicable al medio-centro, otra pieza básica en el sistema del Barça. Ayer abogaba por Márquez e insisto en él hasta que el equipo haya adquirido seguridad y en Xavi cuando llevemos la velocidad de crucero (salvo en Anfield, donde me pertrecharía a tope).
Me gustó que Rijkaard tuviera un recuerdo para la influencia positiva que supuso Edgar Davids en el Barça de hace dos temporadas. Quiere decir agresividad, presión, buena ubicación, sacrificio pensando en el colectivo. Todas esas virtudes hicieron de Davids un modelo de centrocampista. Intuyo que Frank quiere inculcar esa idea en un medio campo que se mira el ombligo en vez de mirar a los ojos del contrario. No puede ser que en Montjuïc un Espanyol supermotivado se retire con ocho tarjetas amarillas y una roja y nosotros, como aquel que dice, sin despeinarnos.
¿Y delante? Yo haría mis cálculos sin depender del retorno de Messi y Eto'o. Cuando entren al ciento por ciento, esto será Hollywood. Pero también hay que admitir que, sin ellos, y hasta el nefasto viaje a Japón (que marcó un antes y un después en nuestra tem porada), el equipo notaba menos sus ausencias. Pero a veces pienso que no fuimos a Yokohama sino a Hiroshima.
Positifo: me gustó el Barça en la última fase del partido ante el Betis, cuando entra Xavi y jugamos un 4-4-2. Nos faltó remate (¡aquélla ocasión de Gudjohnsen a pase de Oleguer!), pero llegamos más (¡grandísimo Iniesta!) y controlamos el partido sin agobios, salvo en ese anecdótico córner de ellos, ya en el descuento.
Nejatifo: la ausencia del presidente del Barça en el acto solemne de presentación del programa de política deportiva del nuevo gobierno catalán. Y eso que Laporta, en alusión a las pésimas relaciones de Núñez con Pujol, se pavoneaba de reestablecer los lazos con las instituciones catalanas.
¡Bon dia, bona sort i visca el Barça!
Hiroshima, mon amour
jueves, 25 de enero de 2007 | Publicado por Enric Bañeres en 11:46 a. m.
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