Me he visto tres partidos: el Chelsea-Bolton (5-1), el Deportivo-Barça (3-3) y el Atlético-Real Madrid (0-3). La conclusión es que a los equipos grandes no se les puede meter tres goles así como así, aunque cometan errores individuales de los que ningún equipo está a salvo. El confident titulaba hace unas horas (hay reacciones al partido de Riazor en el post de ayer), “No tenemos defensa”. Hago mío ese titular y aún añadiría otro: “No tenemos perdón”.
El año pasado nos echaron de Europa metiéndonos cinco goles en dos partidos con esta defensa y este sistema defensivo. No me cansaré de repetir que no hay que avergonzarse de amarrar –utilizar un 4-4-2, por ejemplo- cuando se va ganando fuera de casa y en un campo importante, aunque sea el de un rival venido a menos. Cuando he visto que Van Bommel iba a entrar en el campo, he pensado que ya era imposible que se nos escaparan los tres puntos. Cuando he visto que se sentaba, he temido lo peor. Y he acertado.
No caeré en la crítica facilona de ensañarme con los defensas, y en señalarlos uno por uno como los culpables del empate (es decir, de la pérdida de dos puntos). El entrenador es quien ha hecho los cambios inoportunos -¿aún no se ha dado cuenta de que Edmilson es gafe?- y no ha sabido hacer los imprescindibles ni en el momento adecuado.
El Chelsea-Bolton (0-1 en el minuto 51 y 4-1 diez minutos más tarde), lo ha ganado Mourinho ¡y de qué forma! ¡con qué juego tan brillante y con sólo cambiar una pieza para recomponer todo el equipo!. Y el derbi madrileño (ya sé que diréis que es fácil ganar contra diez pero…mejor no hacer ese comentario esta temporada), me ha sorprendido por la decisión y valentía de Vanderlei Luxemburgo al mover el banquillo.
Pero, ¿de qué me sorprendo? Los titulares de todas las crónicas previas al partido de Riazor recogían una rotunda afirmación de Rijkaard: “No voy a cambiar la táctica”. Afirmación más inmovilista que las ideas de Alejandro Echevarría, el gran perdedor de A Coruña (me huelo que su dimisión, vendida como sacrificio personal y como rasgo de barcelonismo de su cuñado, servirá de cortina de humo a esos cinco puntos que nos lleva el Madrid).
Positifo: que Deco haya sido el mejor jugador del Barça y Ronaldinho el más brillante. La hipótesis de que la proximidad del Mundial les iba a encoger la pierna deberá ser descartada si repiten muchos partidos como los de Riazor.
Nejatifo: que, salvo Martin Petrov, un gladiador del fútbol, las restantes figuras del Atlético de Madrid parecen sufrir un repentino complejo de inferioridad cuando tienen delante las camisetas vikingas.
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Ni defensa ni perdón
domingo, 16 de octubre de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 1:20 a. m.
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