Si Laporta deja que se siga extendiendo la gangrena en su junta directiva, terminará infectado. Llegó al Barça como un Kennedy pero terminará como un Nixon (no es una idea original mía pero me la apropio). Como el verbo mentir hiere tantas susceptibilidades, y más en este blog que considero “el rincón del laportista”, evitaré emplearlo. Seguramente no faltó a la verdad al decir que no vendería ni un metro cuadrado de patrimonio: lo ha permutado (terrenos por pasta que no se sabe en qué se está empleando salvo para cuadrar el presupuesto y liberar del aval a la directiva). Seguramente no faltó a la verdad al decir que “levantaría las alfombras” y que es un error del juez el dictar sentencia obligándole a ello. Seguramente tampoco faltó a la verdad con el cuento chino. Seguramente tampoco faltó a la verdad al decir que su cuñado ni pertenece, ni perteneció, ni pertenecerá a la Fundación Franco.
Pero sí que faltan a la verdad Laporta y sus propagandistas al decir que todo eso son insidias de la oposición o de quienes no soportan una junta tan significadamente catalanista. ¡Si nadie pide la dimisión de los directivos catalanistas sino de los franquistas colados mediante un grave atentado a la verdad!. Y, en un club con más de 100.000 socios, salvo que volviéramos a los tiempos de la dictadura, sería impensable que nadie pidiera explicaciones cuando se la meten doblada quienes se hicieron con el poder en nombre de la democratización y la transparencia.
Y faltan a la verdad porque la oposición no existe. A Laporta le sucede como a Georges Bush en Afganistán: va loco por encontrar un Bin Laden o algo que se le parezca. El silencio de Núñez, cinco años sin abrir la boca; el de Rosell, muy ocupado con la selección de Brasil y desinteresado en cualquier maquinación; los socios Gordo y Blanch, que ya habían sido martillo de anteriores directivas; y…Luis de Val, que apadrinó una moción de censura non nata contra Gaspart (innecesaria porque el hotelero dimitió en las siguientes 24 horas) y luego distribuyó la película panegírico de Cruyff, “En un momento dado”, una ruína para su productora (Manga Films) pero que, pese a todo, y por barcelonismo, se quedó con los derechos –también ruinosos- para editarla y distribuirla en DVD.
Laporta va loco por encontrar un enemigo que le permita cerrar filas -¿prietas las filas?-, una oposición, alguien a quien echarle su voraz jauría. Al humorista Gila (preguntad a padres y abuelos), le bastaba con llamar por teléfono: “¿Es el enemigo? ¡Que se ponga!”. Y nos partíamos de risa.
Positifo: desierto.
Nejatifo: que vayas a un debate supuestamente interesante en TV3 (sobre el escándalo Echevarría) y te lo corten nada más comenzar. Si esto hubiera pasado bajo la dictadura, lo achacaríamos a la censura. Ahora debemos conformarnos con la explicación de que el tiempo en televisión, ya se sabe, es oro.
Los censores son los únicos censurados en Ítaca
¿Es el enemigo? ¡que se ponga!
lunes, 17 de octubre de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 12:39 a. m.
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