El Chelsea infunde terror. Lo digo en serio. Yo me encuentro al Chelsea por el Soho y me giño. Creo que al Arsenal le pasó lo mismo y le ganaron por intimidación: el fallo garrafal del joven Senderos ante Drogba, que marcó al golpearle el balón en la rodilla tras un mal control, fue producto del pánico. Mientras Arsène Wenger -¿este hombre tiene úlcera? ¿hérnia de hiato?- se dedicaba a presionar al cuarto árbitro, José Mourinho se marcaba otra de sus chulerías: a media hora para el final, ya había consumido todos los cambios. ¡Y vaya cambios! ¡Negro sobre blanco!: Drogba por Valdanito Crespo (al que el linier sometió a un marcaje criminal cortándole con falsos orsays todas sus escapadas), Wright-Phillips por Robben, y Essien, portentoso Essien, por Gudjohnsen.
A partir de ese instante, un Arsenal que ya estaba tocado en lo deportivo (con vuestro admirado Thierry Henry más desaparecido que Bin Laden), quedó hundido en lo mental. Porque los partidos también se ganan desde el banquillo y, en el ring en que antes se peleaban Ferguson y Wenger, ahora manda un Mourinho convertido cada vez más en el padre del chico Martini, con las sienes canosas, la americana al hombro como venían al baile de mi pueblo los forasteros (que solían volver calientes y no sólo en el aspecto genital) y un estudiado aire de Maki Navaja, matón de esquina.
Me maravilló ver, como el sábado en Anfield y en Old Trafford, la alfombra verde y perfecta sobre la que se jugó el partido. ¡Esa sí que es hierba de calidad! No me extraña que en un escenario así Fàbregas fuera un clon de Xavi, tiralíneas y compás incluídos. Es fantástica la progresión de este catalán ignorado por nuestro ínclito Txiki Begiristain, llamado a ser el nuevo Luisito Suárez, único futbolista español poseedor de un Balón de Oro (preguntad a vuestros padres de quién estoy hablando y así no dais la paliza al respecto en el blog). Y Del Horno me recordó al incombustible Lizarazu de sus mejores tiempos. Iba a decir Canito, el de “Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui…”, pero renuncio a tirarme el pegote.
¿Mal partido? ¿Partido flojo? ¿Decepcionante? La forma en que Didier Drogba fue a discutir para luego abrazarse con los forofos del Gol Norte de Stamford Bridge valió por todo el partido. Casi me hace llorar. Y el ambiente de la grada, bien captado y transmitido por el digital, me puso de nuevo en la banda ancha del fútbol con mayúsculas, no el de las giras por donde enferman hasta los pollos ni de los torneos veraniegos tipo “Juan Palomo,/yo me lo guiso/ yo me lo como”. Los ingleses, como los alemanes o los franceses (bendito sea su clima, contra otras opiniones), han madrugado lo bastante como para saciar nuestra sed de fútbol al más alto nivel. ¡Larga vida a la Premier!
Positifo: 1) que el AZ’67 de Louis van Gaal siga líder en Holanda, con seis puntos sobre seis. Los dos goles de Barry van Galen (un chaval de 35 tacos), con los que el AZ levantó el partido en Utrecht (1-2), rejuvenecen a un equipo de desguace en el que apenas hay titulares de menos de 28 años y con el que obtener buenos resultados es un milagro. ¡Bravo Louis!. 2) Que de nuevo un gol de Philip Cocu le diera el triunfo al PSV Eindhoven, esta vez sobre el difícil Vitesse (2-1).
Nejatifo: que el Valencia tenga que lamentar la grave lesión del brasileño Edu y en cambio haya dejado escapar al joven Sissoko, ya titular en el Liverpool y con madera de figura, como el año pasado dejó escapar al hoy bético Oliveira, uno de los mejores delanteros del momento, para después tener que fichar a Villa por mucho más dinero cuando entre ambos jugadores no hay color.
¡Qué alivio, en Ítaca hay tolerancia cero con los mentirosos!
¡Que viene el Chelski!
lunes, 22 de agosto de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 12:47 a. m.
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