Claro que la Juve jugaba sin Buffon y Thuram; que en su centro del campo faltaban Emerson y Nedved, y que Fabio Capello no pudo contar con Zambrotta. Pero sigue siendo la Juve y la incorporación de un inconmensurable Vieira añade watios a su potencia. Y con Mutu y Giannichedda, ha ganado banquillo. Además afrontó el Gamper como si fuera la final Intercontinental, tanto en lo individual como en lo colectivo: pelearon con bravura por cada balón, se cargaron de tarjetas con tal de frenar al Barça, atacaron con mucho peligro mientras Ibrahimovic estuvo en el campo y se defendieron al más puro estilo italiano.
La Juve hizo honor a un Gamper convertido en gran espectáculo de taquillas abiertas (es el único partido del año no reservado a los socios), con lo que la directiva de Laporta ha sabido darle un sentido en una época en la que todos los trofeos veraniegos lo han perdido. Traer un gran rival (el año pasado fue el Milan), prestigia el cartel puramente deportivo y sirve, como reclamaba en mi comentario de ayer, para evaluar el potencial europeo del propio Barça.
Los únicos que no se lo tomaron así fueron algunos de los titulares consagrados del propio equipo azulgrana (Ronaldinho y Eto’o ni las vieron) y Frank Rijkaard. La no utilización de Xavi, la insistencia en mantener en el equipo a un fallón Larsson pero, sobre todo, el agujero negro que existe en el centro de la defensa (el mismo por donde el Betis también marcó dos goles), es algo inquietante a dos días del comienzo de la Liga. Los números son claros: dos partidos del Barça en casa ante dos equipos de nivel Champions plagados de suplentes (Betis y Juve), cuatro goles.
Como no me gustaría que Bodipo nos diera el primer susto de la temporada, pasado mañana en Mendizorroza, le propongo a Rijkaard esta alineación: Valdés; Belletti, Puyol, Edmilson, Van Bronckhorst; Márquez, Xavi, Deco; Giuly, Eto’o y Ronaldinho.
Positifo: el partidazo de Leo Messi, un prodigio de madurez, fuerza, velocidad, habilidad, ausencia de complejos, confianza en sus posibilidades, visión del juego colectivo, capacidad de desborde, astucia y valentía. Su idilio con el Camp Nou fue amor a primera vista. Aunque le había visto en el Mundial sub’20 (donde cumplió los 18 años), tenía un cierto prejuicio sobre este jugador por creer que su pequeño físico sería para él un handicap insalvable en la alta competición. Después de verle robar balones a Vieira me avergüenzo de haber dudado de él.
Nejatifo: que Leo Messi, por absurdas trabas burocráticas, haya podido jugar como comunitario en Segunda B y no pueda hacerlo en Primera División. Considerar que el jugador, porque no tenía 18 años, no era profesional, demuestra la hipocresía que existe en el deporte español. ¿Son amateurs las o los tenistas de menos de 18 años? ¿Lo son los pilotos de motos?
¡Vas pel bon camí cap a Ítaca, Frank Rijkaard!
Claroscuros ante la Juve
jueves, 25 de agosto de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 2:31 a. m.
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