Gol de Eto'o en propia puerta

Que Samuel Eto'o tiene reacciones viscerales, lo sabíamos desde que le vimos insultar a toda una afición, escupir a un rival, despreciar a sus compañeros, mostrarse colérico por el éxito de un compañero. "Si me llamarse Etooinho, me habrían dado el Balón de Oro". Despechado porque Florentino Pérez consideró que no daba el perfil galáctico, encontró en el Barça su tierra de promisión, el salto a una fama que hasta entonces no había cruzado el estrecho de Gibraltar (ya había sido dos veces Balón de Oro africano). Eto'o nos ha dado sobradas muestras de que la fama y el dinero se le han subido a la cabeza. Algunas de sus excentricidades, y más por venir de donde viene, mueven a la vergüenza ajena. Pero lo que peor parece digerir Eto'o es el éxito individual de los demás. Eto'o ha cometido además una deslealtad con su entrenador y con el resto del vestuario, al declararse víctima de una guerra de clanes que posiblemente sólo exista en la imaginación de quienes le intoxican. Ha sacado del vestuario lo que era hasta ayer un conflicto interno y, envalentonado por el apoyo increíble del presidente, lo ha convertido en un conflicto de club. Por segunda vez en una semana (la anterior fue con Oleguer), Laporta ha apostado a caballo perdedor. El Camp Nou se posicionó claramente en el caso del defensa de Sabadell. Las encuestas de todos los medios han juzgado también con severdidad la inesperado e increíble salida de tono del delantero camerunés. Su regreso era esperado con ilusión y esperanza por parte de todo el barcelonismo. Echábamos de menos la dinamita de sus botas. Poco podíamos imaginar que esa dinanamita estallaría esta vez en el corazón del club.

Positifo: la posición inequívoca del vicepresidente Ferran Soriano, al señalar que el club respaldará a Frank Rijkaard en el conflicto desatado por Samuel Eto'o. Las increíbles opiniones que aún podían leerse ayer censurando al entrenador azulgrana, al que Laporta llamó implícitamente embustero al asegurar que Eto'o no se había negado a salir al campo, pueden encontrar un contrapunto de serenidad en el vicepresidente económico, que afortunadamente se ha desmarcado de Laporta en este lamentable caso.

Nejatifo: el perjuicio a la imagen y la trayectoria de Frank Rijkaard que ha provocado el conflicto de Eto'o. El entrenador que ha propiciado un clima de serenidad y de aparente armonía en el vestuario, no merece un golpe bajo de este calibre. Que además parece obedecer a un calculado oportunismo, un empujoncito para que Rijkaard decida no seguir en el Barça la próxima temporada, decisión que estaba considerando y que ahora ya debe tener más clara.


¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!