Los resultadistas confesos como yo, también tenemos nuestra ética. Y aunque yo defendí a Bobby Robson el día que durante un minuto y pico alineó en el Sánchez Pizjuán de Sevilla a cinco centrales (y agudos compañeros míos ya le cargaron el mochuelo y la original etiqueta de el Barça de los cinco centrales, al mejor y más goleador de la historia) me ha parecido abyecto lo del Milan en Eindhoven. Una cosa es que ningún equipo, por grande que sea, deba suicidarse aplicándose lo que yo llamaría ruleta catalana y otra bien distinta es actuar con un pánico innoble, indigno de un hexacampeón de Europa. ¿He dicho hexacapeón de Europa? ¿Frente a un equipo holandés que bordó el fútbol y que lo mismo que la Holanda del 74, campeona moral del mundo, líder del buen juego…quedó sin corona?
Me he permitido bromear con un compañero de un modo un poco provocativo porque, como es sabido, a los barcelonistas nos encandila tanto el fútbol holandés como nos repugna el italiano. Y más después del 4-0 de Atenas, o sea, que tenemos nuestras razones.
-Si el Barça jugara como el Milan, el Camp Nou estaría siempre vacío- me ha dicho mi colega mientras contemplaba asqueado a Kaká y Shevchenko ante los coreanos Lee y Park.
-Tienes toda la razón –le he respondido con ironía- no estaríamos en el Camp Nou porque nos pasaríamos la vida en la Plaça de Sant Jaume, celebrando los títulos.
Bromas al margen: el PSV ha quedado apeado de la que podía ser su segunda final y el Milan disputará la décima (con un balance por ahora de seis ganadas). A la vista de esos datos, ¿tenía razón el abominable Mourinho al afirmar que el fútbol puede ser muy cruel…? ¿qué habríamos dicho de él si hubiera planteado el partido de Anfield como lo hizo el hoy admirado Benítez?
¡Bona nit i visca el Barça!
¡Forza brutta, Milan!
jueves, 5 de mayo de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 12:43 a. m.
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