Vaya por delante que no apruebo la conducta del entrenador del Chelsea José Mourinho, de no presentarse a ofrecer la rueda de prensa tras el partido que su equipo disputó en el Camp Nou. También la UEFA le reprenderá a él, y a su club, por esa falta de cortesía. Pero tengo la impresión de que para el exitoso joven entrenador portugués, ahí terminó el episodio extradeportivo de la eliminatoria europea. Desde ese mismo momento, y soportando con displicencia una avalancha de críticas, el Chelsea ha rebatido a sus adversarios en el terreno de la verdad: en el campo. Ganó la Copa de la Liga inglesa remontando el marcador ante el Liverpool en un titánico partido con prórroga (2-3) y ayer se impuso sin más inconvenientes que el de plantar cara a un equipo durísimo en el campo del Norwich City (1-3). En esos dos partidos, como ya era sabido, Mourinho no ha contado con su gran estrella, Arjen Robben. Desde el plano teórico, creemos que la gran preocupación del técnico es repescar al extremo holandés. Pero, por si acaso, y como tampoco podrá contar con el sancionado Didier Drogba, ha dado cuerda en esos dos encuentros a hombres que pueden ser importantes ante el Barça: Joe Cole, que ya ha adquirido el ritmo tras ser suplente casi toda la temporada y en Norwich marcó un golazo; Gudjohnsen, que sin duda hará de Drogba, a quien aventaja en puntería y en técnica para aguantar el balón, aunque carece de su velocidad, agresividad y corpulencia, y Mateja Kezman, el gran fracasado de la temporada pero que viene de salvar a su equipo con dos goles providenciales. Probablemente no juegue como titular (sería la gran baza secreta de Mourinho), pero responde al perfil del jugador revulsivo que, en pocos minutos, ha sabido darle la vuelta a dos encuentros cruciales para su equipo. Lejos de lamentarse por la baja de Robben, que fue importantísima sobre todo para el contragolpe de su equipo en el Camp Nou (raramente habría fallado la ocasión que malogró Drogba), Mourinho ha preparado y mentalizado a tres suplentes para que cubran esa ausencia y la del propio Drogba. Todo lo que tiene de mal educado (según algunos), lo tiene de buen entrenador (según sus admiradores entre los que me cuento, porque ha sabido abrirse un nombre en una selva repleta de caníbales, vividores del nombre y sostenidos por una muchedumbre de pelotilleros).
Mourinho, luso pero no iluso
domingo, 6 de marzo de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 12:10 p. m.
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