A medida que se acerca el apasionante partido de esta noche en Stamford Bridge entre el Chelsea y el Barça, se reivindica la figura del equipo londinense. Pasa como dice Charly Rexach con el lanzador de un penalti: mientras al que va a tirarlo la portería le parece minúscula, el portero la ve enorme. Pasados los días en que al Chelsea le han llovido los improperios, las críticas descalificantes, el linchamiento mediático por la conducta inadecuada de su entrenador y hasta el desdén por su condición de nuevo rico, hoy debemos fijarnos ya sólo en el equipo azul. Que es, en definitiva, lo que el Barça va a tener delante, el obstáculo que superar si quiere proseguir en la Copa de Europa. Y el Chelsea es un señor equipo que incluso presenta mejores cifras que el propio Barça esta temporada: 1,89 goles a favor por partido jugado frente a 1,88 del equipo azulgrana; 0,35 goles en contra por 0,66 del Barça; y 2,53 puntos por partido (en la Premier League) frente a 2,30 puntos por partido del Barça (en la Liga española). El Chelsea ya ha ganado un título, la Carling Cup, y sólo ha perdido cuatro partidos en toda la temporada: uno de Liga con el Manchester City (1-0), otro en la Copa de la FA ante el Newcastle (1-0, gol de Kluivert) y dos derrotas en la Copa de Europa, ambas por 2-1: la primera en Oporto, de nula trascendencia, y la otra en el Camp Nou, que puede costarle cara. Cara en lo deportivo, porque si fuera en dinero, el talonario de Roman Abramovich cubriría cualquier contratiempo. También ahí el Chelsea supera notablemente al Barça: el club londinense ha invertido en fichajes 220 millones de libras (319 millones de euros), en las dos últimas temporadas, más del triple de lo desembolsado por el Barça. Si el dinero lo pudiera todo en el fútbol, el resultado estaría cantado de antemano: 3-1.
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