Naturalmente, mi exigencia es un brindis al sol. Pero a mi no me agrada ver que en partidos decisivos quedan fueran grandísimos jugadores por una miserable tarjeta, una apreciación arbitral, un arranque de mala uva a veces motivada por una injusticia anterior, un cruce de cables momentáneo, un tomarse la justicia por su mano ante la indefensión…
Creo que voy una decena de años por delante de la FIFA, pero no tengo la menor duda de que en un futuro no muy lejano se suprimirán las sanciones de suspensión de partidos a jugadores, salvo en casos excepcionales (por haber provocado una lesión grave de forma intencionada, por ejemplo). Porque siempre me ha indignado ver que en grandes encuentros, equipos que se merecen un monumento, como el PSV Eindhoven actual, deben jugar con el freno de mano puesto ya que tienen a medio equipo amenazado de suspensión (era el caso ante el Milan de Cocu, Van Bommel, Oijer y otros).
Aún me duelen las lágrimas de un casi adolescente Paul Gascoigne, que por una tarjeta excesiva iba a perderse la posible final del Mundial de Italia’90 (donde la Inglaterra de Walker, Waddle, Gascoigne, Platt, Lineker…es decir, la de Bobby Robson, fue de lo mejor que he visto en un Mundial). Me jorobó que un soberano Bayer Leverkusen no pudiera contar en la final europea del 2002 contra el Madrid nada menos que con Michael Ballack y Ze Roberto, más de medio equipo. O que Pavel Nedved, al año siguiente, derramara también lágrimas en el Bernabeu (un campo maldito en su carrera), porque una tarjeta injusta le apartaba de la final de la Copa de Europa ante el Milán, por la que tanto había peleado. No concibo que tenga el mismo castigo mi admirado Xavi, que se hizo enseñar una tarjeta de conveniencia, convirtiéndola en un premio, que el veterano Oijer, que se perderá el partido de vuelta ante el Milan en Eindhoven.
Estoy contra las suspensiones, que no las hay en ningún otro deporte que yo sepa, e incluso contra las expulsiones dentro de un mismo partido, porque el mal que el impulso incontrolado de un jugador inflige a todo un equipo y a veces a toda una afición, es irreparable. Haría como en baloncesto (que al jugador que agota las personales le reemplaza un compañero) o como en balonmano (suspensiones temporales). O pediría ideas, las vuestras sin ir más lejos, para aplicar cualquier otra fórmula que evitara adulterar un resultado por razones de dudosa ecuanimidad deportiva.
¡Bona nit i tolerància a tothom!
Exijo que juegue Zidane
miércoles, 27 de abril de 2005 | Publicado por Enric Bañeres en 12:31 a. m.
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