Exijo otro Barça-Chelsea

Resumen de los capítulos anteriores: por primera vez en muchos años el Barça va de víctima en la Champions. ¡Ojalá hubiéramos ido de víctimas en Berna, Sevilla y Atenas! Tendríamos cinco copas de Europa…y aún sería presidente Agustí Montal. A lo que íbamos: el Manchester, que no es el de hace un mes, está perdiendo una pieza a casa semana y este sábado le toca a la delantera, tras las bajas de Vidic (defensa) y Hargreaves (media). Otrosí: el ManU nunca ha ganado al Barça en el Camp Nou. Ítem más, peor lo tenía Koeman para hacerse con un título esta temporada y ya lo tiene en el zurrón. A más a más, dudo que la UEFA no mueva sus hilos para evitar una final inglesa en Moscú, con lo subida a la parra que está ya la Premier League. Pulután: pasa el Barça.
En la otra parte del cuadro tenemos un clásico Liverpool-Chelsea. Coloraos-azules, como en la pelota vasca. El Liverpool ha pasado de forma harto inmerecida ante el Arsenal y creo que su techo esta temporada debía estar en cuartos de final. Los malos arbitrajes lo han llevado en volandas hasta ahora pero dudo que esta vez se repita la historia: ya privaron al Chelsea de llegar a una final, mediante un gol (de Luis García), que no traspasó la raya, como el del Huelva el otro día. Creo que hay interés mediático, organizativo y adhuc deportivo, de que el Chelsky, propiedad de un ruso y comprado con el petróleo de Siberia, esté presente en la final. Y agrego: los Chelsea-Barça también se han convertido en un clásico europeo de primera magnitud. La Champions no puede privarse de ese espectáculo, que sería la primera vez en cuatro temporadas. Y que el público reclama, espera y desea con apasionado frenesí.

Positifo: que pese a mi excepticismo y mi convicción de que a Ronaldinho nos lo comemos con patatas (a menos que le demos la baja incentivada), la contaminación mediática crece en torno a su posible salida del Barcelona.

Nejatifo: que ni siquiera el tedioso ritual de los entrenadores haciendo el paripé y los presidentes manteniendo sus posturas irreductibles, consiguen darle alicientes al debi barcelonés más light de los últimos años.

¡Bon dia, bona sort i bon viatge a Ítaca !