¡Decoooo, Decoooo, Decoooo!

Me inquietaron los gritos del Camp Nou reclamando a Deco en un reciente partido que al Barça se le estaba atragantando. Contra el Sevilla en la vuelta de la Juancarling. Había miedo y teníamos que echar mano de cualquier revulsivo, aunque ya hubiera anunciado que él, mercenario donde los haya, se pira si no gana títulos. Yo tengo el defecto de no confundir la indulgencia con la falta de dignidad. Luego, el chaval, sabiéndose en la más absoluta inmunidad, lo quiso celebrar por todo lo alto: entre copas, la del Rey y las otras. Y puede dar por bien empleada la rebaja de los tres puntos en el carnet (como los 0.10 respecto del primer control), porque él es un líder del vestuario y a ver quién es el guapo -¿algún capitán, por ejemplo?- que se lo reprocha. ¿Ronaldinho, tal vez? ¿el Ronaldinho que puede permitirse cosas –retrasos en los aeropuertos, ausencias a entrenamientos- a las que otros, pringaos, no tienen derecho?. A muchos nos dio un vuelco el corazón cuando vimos que Deco y Ronaldinho, por cojones, se autoimponían en la alineación del día más importante de la temporada en el Camp Nou, ante el Madrid. Ahora, el corazón me daría un vuelco el corazón si las ovejas negras se autoexcluyeran. Pero me daría un vuelco de alegría.

Positifo: que suenen nombres interesantes para reforzar el Barça donde lo precisa, como el del argentino Garay para el centro de la defensa, donde sólo tenemos a un hombre –Milito- con probadas garantías.

Nejatifo: el desastre de Mali en la Copa de África, que no supera la primera fase y además beneficia al Madrid (vuelve Diarra, aunque le crea un problema a Schuster) y al Sevilla, que recupera a Keita y Kanouté.


¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!