Intensidad 10 en la escala Rijkaard

Mientras los lesionados evolucionan favorablemente, los sanos han ofrecido el mejor espectáculo del año en el viejo Camp Nou. ¡Qué noche inolvidable! ¡Qué festival de juego, de goles, de fútbol verdadero, de juego colectivo, de fantasía individual! De nuevo el Zaragoza, el mismo ante el que el año pasado ensayó Rijkaard el 3-4-3, ha sido el sparring perfecto para que el Barça volviera a aplicarse al fútbol total, como una nueva versión de la Naranja Mecánica, con Messi haciendo del joven Johan Cruyff. Es muy sencillo, siempre y cuando no falle ningún elemento, no haya nadie que retenga el balón, que se aparte de la tarea colectiva, que rompa el hilo conductor del juego, que quiera buscar su propio lucimiento. El Camp Nou asistió anoche a una lección práctica y a la vez magistral del fútbol de siempre que también es -por contradictorio que parezca- el más audaz y avanzado. Hemos robado el balón en campo contrario, cerca de su área, para plantarnos frente a la Pantera Rosa César en dos pases, una pared, un quiebro. Ha sido la apoteosis del fútbol. Un terremoto de la máxima intensidad en la escala Rijkaard, que se le ha venido encima al Zaragoza.

Positifo: que la presión vuelve a tomar el puente aéreo y el disparatado liderato que pretende haber adquirido el Madrid de Bernd Schuster, el del buen fútbol, vuelve a estar donde siempre estuvo.

Nejatifo: la indiferencia total que muestra la directiva del Barça ante el atropello que significa que a sus zozis y aficionados les pongan un partido de entre semana a las 10 de la noche.

¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!