Guardiola y los cromos repetidos

Hace más de medio siglo, cuando casi ninguno de vosotros -e incluso algunos de vuestros padres- habíais nacido, yo coleccionaba cromos de futbolistas. Campanal, Eizaguirre, Pahiño, Seguer, Molowny…¡cuánto chocolate teníamos que comer mis cinco hermanos y yo para completar el álbum, algo que nunca sucedió!. Porque aquellos cromos salían en las pastillas del chocolate de comer. Y pocas frustraciones infantiles eran equiparables a abrir la pastilla de Cima y Lacasa y encontrarte…¡otra vez a Badenes, Escudero o al portero Busto!. En el fútbol, lo más improductivo son los cromos repetidos. En el campo los jugadores deben ser complementarios: si te sobra toque, has de meter un Davids; si ya tienes desborde por las bandas, busca un killer. Pero aún hay algo peor: tener los cromos repetidos en el banquillo. En el banquillo del Barça hay demasiados cromos repetidos junto al propio Rijkaard. Y lo preocupante es que en el del Barça G pasa lo mismo: Pep Guardiola y Tito Vilanova son el paradigma de los pechofríos. ¿Es que no tenemos Luises Enriques, Nadales, Bakeros…? El modelo del ticket que ha funcionado es el Cruyff-Rexach, polos casi opuestos, a semejanza de Sacchi-Capello y, más recientemente, Rijkaard-Ten Cate, Ancelotti-Tassotti (el salvaje que le rompió la nariz a Luis Enrique en el mundial de Estados Unidos).

Positifo: que la guerra de las selecciones puede provocar una suavización de posturas entre los presidentes del Barça y de la Federació Catalana, que siempre deberían sintonizar la misma onda, anteponiendo los intereses de ambas instituciones a sus arranques de rivalidad de carácter narcisista.

Nejatifo: 1) el levantamiento de camisa -sinónimo de robo descarado- que le hicieron al Girona manu arbitrali para que el Barça pueda estar presente en la final de la Catalunya Cup. 2) el trompazo que se está pegando Hristo Stoichkov como entrenador del Celta, un punto en la Liga, fuera en la Copa ¿tendrá también un cromo repetido en el banquillo...?.

¡Bon dia, bona sort i bon viatge a Ítaca!