Marchando otra camiseta

Hacer coincidir la presentación de Henry y Touré como nuevos jugadores del Barça con el lanzamiento del rediseño de la camiseta, ha sido un éxito comercial. Sí, comercial, porque la mayoría de los diarios destacan hoy el gran éxito de ventas de la camiseta con el número “14” y el nombre de Thierry Henry en el dorsal. Seguramente, cuando se venden muchas camisetas con el nombre de un futbolista (como en su momento los de Rivaldo o Saviola), seguramente es porque bajan las ventas de todos los demás para concentrarse en el futbolista que en ese momento puntual tiene más tirón. Seguramente, tal semana como esta pero hace un año, el ranking de ventas lo encabezaban Eto’o y quien sabe si hasta Belletti tuvo su semana de gloria, tras aquel golazo de París. Éxito comercial, éxito del lanzamiento de la camiseta y éxito personal de Henry, por esa predisposición tan generosa del barcelonismo de esperarlo todo de las nuevas estrellas, lo que a la recíproca les compromete a darlo todo por esa camiseta y esa afición. El objetivo último de los futbolistas que ficha el Barça no es vender cuantas más camisetas: ese es el camino erróneo que otros clubs han tenido que desandar. Pero tampoco es pecado vender muchas camisetas, porque al margen de la caja que ello representa para el club, cada turista que vuelve a su país vestido de azulgrana, nos hace un poco más grandes. No les hagamos llorar cuando empiece a rodar la bolita, como a aquel pobre niño japonés.

Positifo: que Gio, tras jugar en el Glasgow Rangers, el Arsenal y el Barça, haya encontrado feliz acomodo en el Feyenoord, un buen puerto de retorno a su carrera, al modo como han hecho otros grandes futbolistas holandeses (Cocu, Kluivert, Stam, Davids, …).

Nejatifo: que ya se puede hacer un balance muy negativo de la carrera azulgrana de Thiago Motta, una perla de nuestra cantera en la que todos los entrenadores (Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, Antic y Rijkaard), tuvieron una fe ciega. Lástima que él también se ha dejado cegar ante situaciones en las que debió tener los ojos bien abiertos.

¡Bon día, bona sort i bon viatge a Ítaca!