Laporta activa el airbag

Los sondeos culpabilizan a los jugadores del Barça. Son los malos de esa película de suspense pero claramente de serie B, que ha sido la temporada azulgrana. Laporta, con sus declaraciones del domingo por la noche, ha enviado a sus secuaces una clara señal de SOS al tiempo que les daba patente de corso para echarse a la yugular de los futbolistas y procurar que a los ojos de la afición (y de la opinión pública en general), aparezcan aún más culpables, si cabe, de lo que son. Nadie está a salvo en esta salvaje apertura de la veda, incluídas las vacas sagradas. Los jugadores son el paraguas, el airbag del presidente, y mientras los críticos de cámara disparen a ras de césped, no hay peligro de que alguna bala perdida se desvíe al palco.
Déja vu. Me parece estar viviendo la vuelta de la odisea de Atenas, en 1994, cuando se creó un clima de inculpación de los jugadores y Zubizarreta, Julio Salinas, Juan Carlos, Laudrup, Goikoetxea y Estebaranz, no volvieron a vestir la camiseta del Barça. Para devolver la ilusión al personal, se tiró la casa por la ventana con fichajes a mansalva: Abelardo, Escaich, Eskurza, Hagi, Lopetegi, Korneiev y José Mari. Insuficientes refuerzos que obligaron a subir deprisa y corriendo al primer equipo a Jordi Cruyff, Luis Cembranos, Óscar Arpón, Angoy, Roger y Sánchez Jara. ¡Qué pena: no se ganó nada aquel año ni al siguiente! Y lo que habían sido cuatro años maravillosos, terminaron como el rosario de la aurora. ¿Por qué recuerdo aquella situación, trece años después? Porque temo que estamos tentados de perpetrar la misma barbaridad. Ojalá me equivoque yo: me sucede con frecuencia y no no tendría mayor importancia. Lo grave es que se equivoque el Barça y nos pase como entonces.

Positifo: que hoy se haya escrito el último capítulo del indigesto culebrón Saviola. No hemos tenido suerte con los animales de corral, ni con el conejo ni con la gashina.

Nejatifo: los excesos en las celebraciones merengues.

¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!