Fútbol Correccional Barcelona

Imponer la disciplina a profesionales de primera línea mundial mediante un rígido código de conducta hoy en día suena fascistoide. ¿Qué ha sido de esos jugadores que llegaban abrazando el ideario blaugrana, la mística del más que un club, ansiosos por hablar cuanto antes en la lengua de Mercè Rodoreda? Hoy se les pone a los pies de los caballos, utilizados para que la artiullería mediática y la indignación del barcelonismo, disparen sólo a ras de césped. No me imagino a Josep Lluís Núñez ni a Louis van Gaal, ni siquiera al Madrid depositario de las esencias ibéricas recurriendo a un código disciplinario. Ni siquiera el dream team, que Johan Cruyff dirigía con mano de hierro, recurrió a tales prácticas más propias de un correccional para adolescentes descarriados que para deportistas de élite. Y eso que Romário y hasta Busquets le dieron motivos para ello. ¿No basta con la educación, con el respeto, con las reglas no escritas de la convivencia en un colectivo? Si esa convivencia se ha roto, si el respeto se ha perdido, si la profesionalidad se ha relajado, si el compromiso es inexistente, si la actitud es negativa... y si alguien es tan iluso que cree estar aún a tiempo de recuperar todo mediante el terror, es que vive fuera de su tiempo, en otra época, cuando los colectivos se dirigían mediante la dictadura y el terror.

Positifo: que Laporta haya dicho que Ronaldinho y Eto'o no están en venta, una buena estrategia para no devaluarlos más.

Nejatifo: el tono áspero e impropio de alguien que tiene la responsabilidad de presidir un gran club deportivo, que Laporta ha empleado para no responder a una buena pregunta de Fabián Ortiz.

¡Bona tarda, bona sort i bon viatge a Ítaca!