¿Probamos a rezar?

Lo digo por el Liverpool-Chelsea: imagino a los grandes popes de la iglesia ortodoxa rusa elevando sus plegarias para que el Chelsky tenga esta noche en Anfield la suerte que le ha dado la espalda durante toda la temporada. Uno mis rezos a los suyos aunque soy hombre de tan poca fe que me estoy imaginando a Mejuto González haciendo de Rasputín (o de rasputón).
Pero, ¿y el Barça? ¿deberíamos encargar unas cuentas misas por el alma de nuestro equipo? Porque es el alma lo que parece haber abandonado a los hombres de Frank Rijkaard, el aura que tocaba de magia cada acción de nuestros jóvenes artistas y que ahora parecen torpes tuercebotas. Me preguntaban ayer en una de las dos tertulias a las que asistí (puesto que sigo viviendo de mi profesión, no sé qué son los puentes) si me sentía optimista. Lluís Mascaró, que compartía mesa y micro conmigo, dijo que sí y expuso claros y meridianos razonamientos para apoyar su tesis. Incapaz de rebatirle, yo me limité a decir: “Esperanzado sí, porque la esperanza es lo último que hay que perder y más si ves a tu equipo primero en la clasificación; optimista, no, porque el equipo no transmite sino sensaciones negativas”. A ver si rezando...

Positifo: 1) que los amantes del fútbol tenemos esta semana un regalo por partida triple: hoy en Andield, mañana en San Siro y el jueves en Sevilla. 2) Que la casa real haya tenido tanta sensibilidad futbolera con la hija de mi ex colega Leticia, y le pongan Sofia, “como el CSKA” (la ocurrencia es del Carrusel Deportivo).

Nejatifo: que en el momento en que Rijkaard apuesta por los tres pequeños en el medio campo, se lesionan simultáneamente Motta, Edmilson y Márquez. Si no fuera que considero a los jugadores del Barça un modelo de profesionalidad y honradez, pensaría que actúan a lo Guti, quien, en ocasiones, si no va a jugar alega molestias para no ir convocado (según explicó en su día el ayudante de Vanderlei Luxemburgo, y está acreditado).

¡Bon dia, bona sort i bon viatge ba Ítaca!