De la pereza a la proeza

Sin proponérselo, el Barça está consiguiendo algo que ni Xavier Sala Martín, Ferran Soriano ni el presidente de la Unicef podían imaginar siquiera: que la temporada más mediocre de los tres últimos años, después de encadenar cuatro graves fracasos, termine de un modo apoteósico. ¿Por qué lo digo? Porque en estos momentos, la posibilidad de ganar la Liga adquiere caracteres de proeza: hasta hace unas semanas era la liga de la pereza, puede ser la de la proeza. La jornada de hoy ha sido clave para que el barcelonismo vuelva a cerrar filas en torno a su equipo porque han coincidido dos hechos históricamente complementarios: la sensación de que al Madrid le han echado una mano (el primer gol lo sirve en bandeja Van Nistelrooy de un manotazo), y de que al Barça se le maltrata (la expulsión de Ronaldinho). Voy a hacer como acabo de oirle a Laporta en TV3: no juzgaré las decisiones arbitrales. No voy a pronunciarme sobre si es correcto dar una asistencia de gol con la mano o si es excesivo expulsar a un futbolista por dar una patada en los cojones al rival. Pero la Liga tendrá un antes y un después de la jornada de hoy. Si la ganamos, será la reostia. Si la perdemos, ya tenemos la excusa.

Positifo: 1) Que el triunfo del Villarreal en Valencia pone mucha presión sobre el Zaragoza que, por un lado aún tiene remotas posibilidades de ir a la Champions y, por otro, ve amenazada una plaza de la UEFA por el Submarino amarillo, lo que le obligará a salir a por todo ante el Sevilla y el Madrid. 2) Que un hat trick del sueco Johan Elmander al Burdeos, clasifica al Toulouse por vez primera en la historia para jugar la ronda preliminar de la Champions.


Nejatifo: 1) El desastre del fútbol base azulgrana cuyo certificado de defunción se ha redactado hoy sobre el 0-4 del Barcelona B, resultado histórico para despedir la categoría de la forma más penosa. 2) La perorata tan patética que estoy escuhando a Rijkaard para alimentar el sentimiento de persecución, indefensión y victimismo de su equipo, en la línea más sombría de un barcelonismo que me parecía ya superado.

¡Bona nit, bona sort i bon viatge a Ítaca!