¿Presidente 'abrazafarolas'?

Joan Laporta ha cerrado en falso el último capítulo del culebrón Ronaldinho abrazándose al hermano del futbolista, Roberto de Assís, un personaje que esa misma mañana recibía un semáforo rojo en La Vanguardia, que es algo así como recibir un tirón de orejas de la societat civil catalana, en este caso por comportamieno inapropiado. El abrazo de Laporta me recordó a Joan Gaspart en estado puro, cuando creyendo defender los intereses del Barça pero movido por un patológico afán de protagonismo, se echó en brazos de Rivaldo, le dio cuanto pedía y la cosa terminó como de todos es sabido. No me gusta que, bajo una asfixiante presión del entorno del jugador, esgrimiendo un contrato fantasma con el Milan, el Barça en la persona de su más alta jerarquía institucional, se haya arrodillado ante Roberto de Assis. No me gusta que el hermanísimo, que acaba de comprar un equipo brasileño de Segunda División, se haga también el dueño del Barça. Y confío esta vez en que Txiki Begiristain, inspirado por la sapiencia del Sumo Hacedor, haga costado a Ferrari Soriano y actúen de cortafuegos ante una claudicación como la que se visualiza en el abrazo de Laporta con el personaje.

Positifo: que el Barça se ve liberado de jugar partidos internacionales esta abigarrada semana de fútbol europeo lo cual, si bien significará una frustración para sus seguidores, permitirá que la plantilla recupere fuerzas, se entrene de un modo colectivo y cargue baterías para el sprint final de la Liga. Algo que no podrán hacer dos de sus directos rivales, Sevilla y Valencia.

Nejatifo: la incultura que existe entre los aficionados españoles en general sobre el reglamento del fútbol. El Camp Nou se irritó, y hasta se vieron algunos pañuelos, por una tarjeta amarilla de libro a Ronaldinho (obstruir el lanzamiento de una falta) y, en este mismo blog, se insiste en que Eto’o no estaba en fuera de juego en el segundo gol.

¡Bon dia, bona sort i visca el Barça!