Ardiente defensa de Carles Puyol

Como en el Barça las razones estrictamente deportivas nunca son las más importantes, voy a defender a Carles Puyol. Aplicaré, para ello, parecidos argumentos a los que en el entorno del Madrid se utilizan para defender a Raúl o para exigir la renovación a perpetuidad de Guti: es un símbolo. Nadie corre como él, como el Manelic de Terra Baixa, cuando a las inmediaciones de nuestra área llega un balón enloquecido y pilla a toda la defensa en cueros vivos. Él se tira a por el balón, se lanza con espontánea teatalidad, da incluso la impresión de que se juegue la vida. ¡Qué bellas piscinas, seguramente ensayadas de niño en el Noguera Pallaresa!. Se parte el pecho. ¿Y quién no? Si además de ser uno de los mejor remunerados de la plantilla, aquel disparatado contrato que le hizo Gaspart -bajo la amenaza urdida en TV3 de que podía irse al Madrid, vade retro- incluye 24.000 euros por partido jugado, ¿qué defiende mi paisano Puyol? ¿el escudo?, ¿la Unicef? ¿o su pasta gansa?. ¡Seamos serios, señores: defiende el Barça!. Y eso que con la prima por partido que disputa, pueden comprarse ¡más de 40.000 tetrabriks de Llet nostra, leche de vacas genuinamente catalanas, o sea, con pedigrí nuestro!. ¡Ya las querría empitonar el toro de Osborne, nos ha jodido!. La de hambre en el mundo, la de infancia desnutrida que podría nutrirse con cada partido en que es alineado Puyol: ese es un valor añadido, un intangible. Y digo esto, sin insistir en que parece afectado por una irrefrenable tendencia al piscinismo, y por el baile de san vito cuando tiene delante un delantero tipo Shevchenko (¡que oportuno su plongeon, que nos dio la Champions!) o Thierry Henry, que lo llevó como meretriz por rastrojo en la final. Todo esto lo digo, no para atacar a Puyol sino en su defensa: para demostrar que él puede tener actuaciones tan ignominiosas como las de Cannavaro (ese tema todavía no lo doy por concluido), pero va a tenernos a su lado. Porque podría ser más malo que el sebo (que no es el caso), pero es uno de los nuestros. Y eso le redime hasta de la mediocridad, que es el peor defecto en un deportista de elite.

Positifo: que mi estatus actual, alejado de la información diaria propiamente dicha, me permite tratar los temas y emitir opiniones sobre ellos con una libertad de la que carecen algunos admirados colegas, cuyas manos están atadas por vinculaciones con sus fuentes, para no indisponerse con ellas y que les cierren el grifo informativo. Yo ya pasé por ello y sé qué se siente. Tranquilos, que, más tarde o más temprano, también ellos llegarán a la posición privilegiada de la que yo gozo.

Nejatifo: El que no hayamos aprendido, de los ingleses, a ampliar nuestra franja horaria de los partidos de fin de semana. No pido que el Barça juegue a las 14.30 (13.30 en el RU) como se jugará este domingo el Chelsea-Liverpool y que, dos horas y media más tarde, jugara el Madrid (como allí lo hará el Manchester United-Arsenal), pero ampliar el “horario de partidos”, aún a costa de cambiar nuestras costumbres sobre el tema, creo que resolvería muchos problemas. Canal+, por ejemplo, lleva años retransmitiendo el mejor partido de Segunda a las 12 h. de los domingos y, ¿se ha roto algo por ello...? Claro que para resolver este embrollo haría falta pensar un poco y, ¿alguien se imagina a Villar pensando...?

¡Bona nit, bona sort i Visca el Barça!