Carpetazo al Mundial

Lo mejor de este Mundial han sido los comentarios de Gonzalo Suárez en El País. En medio de un proceloso mar de intrusos indocumentados, analfabetos integrales, amanuenses, juntaletras y bufones, sociólogos cuya referencia es Wikipedia, cultivadores del tópico y sumos sacerdotes de la rutina, el gran rotativo de Prisa ha recuperado para el periodismo deportivo de altísimo nivel el seudónimo Martín Girard, con el que el cineasta firmaba sus colaboraciones en El Noticiero y Dicen...hace más de 40 años. El mismo con que Gonzalo Suárez ha recopilado una antología de aquellos trabajos en el libro "La suela de mis zapatos", que recomiendo a todos los periodistas, en activo o en ciernes. Curiosa relación esta del buen periodismo y el calzado, porque empiezo a leer también un trabajo sobre Anton Chéjov, titulado "Un buen par de zapatos y un bloc de notas", donde aprender sobre las técnicas del reportaje. Hubo un tiempo (el de Chejov, el de Martin Girard y, modestia aparte, el de mis comienzos), en que los periodistas nos pateábamos la calle.
Pero esa es otra historia.
"Este Mundial ha tergiversado opiniones y desnuadado mitos", escribía Martín Girard este fin de semana. ¡Qué gran verdad!. Y qué gran artículo cuando dice: "La irrupción de la inteligencia donde no se la espera puede resultar para algunos una enojosa sorpresa. Los hay que prefieren un toma y daca de piruetas y goles a un ten con ten de estilos de juego". Es rigurosamente cierto e incluso ahora se insiste en reducir la capacidad de una gran Francia a la resurrección de Zidane o en atribuir la eliminación de Argentina a la ausencia de Messi, porque estamos perdiendo la capacidad de entender el fútbol como un deporte colectivo. Por eso, cuando irrumpe del modo que lo ha hecho Italia, nos rompe los esquemas, llamamos talento a lo que es simplemente habilidad y nos resistimos a admitir que jugadores como Cannavaro, Zambrotta, Thuram o Makelele, sean más importantes para armar un equipo y ganar una Copa del Mundo que Ronaldinho, Robben, Beckham, Messi o Cristiano Ronaldo.
Los sistemas -nadie discutirá que el campeón ha ganado a la italiana- necesitan a veces para reivindicarse de un guiño de la historia. En el Mundial del 82 fue el marcaje de Gentile a Maradona; en el de Estados Unidos, el de Tasotti a Luis Enrique. En Alemania el actor secundario pero imprescindible para el drama, ha sido Materazzi, el Beltran Dugesclin del fútbol que podría hacer suya la frase "ni quito ni pongo rey...". Tambén para este oscuro comparsa de la Copa del Mundo tiene un recuerdo Martín Girard en su artículo de ayer, más epitafio que epílogo, sublime como todos: "Francia fue el mejor equipo con creces, pero Italia se llevó el gato al agua. Lástima que el gato no le comiera la bífida lengua a Materazzi aunque el veneno lo matara".

Positifo: que el Tribunal Català de l'Esport haya dictaminado que Joan Laporta ha incumplido los Estatutos del Barça, la carta magna por la que nos regimos los 140.000 socios de este centenario club, algo que en los casi 40 presidentes que hemos tenido desde Joan Gamper hasta hoy, no había sucedido jamás. En vez de esperar a que se pronuncie la justicia ordinaria -¡vaya bochorno!- el Síndic del Soci debería estar actuando ya de oficio, si no fuera un mandado.

Nejatifo: que estemos esperando los despojos del Juventus y el Milan para reforzar nuestro equipo, con futbolistas que no dan el perfil de nuestra plantilla, pues los nuestros (con Ronaldinho a la cabeza, y antes Eto'o, en la Copa de África y las clasificaciones para el Mundial), pasan olímpicamente de las selecciones, cosa que no sucede con Zambrotta, Cannavaro y Thuram, por los que ahora suspiramos, en una muestra más de nuestra mentalidad contradictoria.

¡Bon dia, bona sort i Visca el Barça!