La verdad nos hace libres

Los regímenes totalitarios tienen pánico a la verdad. Por eso la persiguen hasta obligarla a refugiarse en la clandestinidad, la reprimen y condenan para presentarla como algo subrepticio, impuro y deshonesto. Sólo les vale una verdad: la oficial, la suya, obligatoria e impuesta por el pensamiento único. Por eso los regímenes totalitarios se rodean de una guardia de corps de pensadores de pesebre, supuestos intelectuales (historiadores de pacotilla, catedráticos en decadencia, enchufados y arribistas con el libre puesto...) que vayan esparciendo por doquier ese pensamiento único pero, sobre todo, que sean policías represores de la verdad. A poder ser, con sutilezas como la difamación y el desprestigio.
Ahora se anuncia la aparición del libro de Sandro Rosell. Puede ser oportunista (como todos los que salen por Sant Jordi) o inoportuno (pues podía haber esperado a que el Barça fuera mal). Desde las posiciones oficialistas del actual régimen azulgrana, ya se anticipa que el libro contiene mentiras: ¿Cómo iba a pedir Laporta a Scolari? ¿Cómo que Rosell no quería echar a Rijkaard...? Vamos a ver lo que dice: sus tirantes relaciones con Cruyff, el fichaje de Ronaldinho, por qué se convirtió en un apestado en la junta al robarle popularidad a Laporta, la entrada de Echevarría en el club, el fichaje de Eto'o...
Personalmente tengo mucha más curiosidad por leer esos capítulos que los dedicados a explicar sus éxitos como ejecutivo de Myrurgia o Nike. Y, cuando lo haya leído (como hice con “Crònica del nuñisme”, del ínclito Jordi Badía aunque fuera lo más parecido a un libelo), seguramente podré decir que ya sé algo más del Barça y del autor. Pero, yo sí quiero saber. Y celebraría que el libro de Rosell fuera un éxito porque me ratificaría en la convicción de que, mientras una minoría de barcelonistas querría ver clausaradas emisoras, prohibidos programas de televisión, expulsados periodistas y quemados libros, seguimos siendo mayoría los que queremos saber.

Positifo: que el trajín electoral de Italia y la seria advertencia que sus compatriotas han dado a Berlusconi, pueda repercutir negativamente en el Milan. Advertencia que hago extensiva a los presidentes ambiciosos que buscan en el deporte un trampolín para su promoción personal aunque para ello un día tengan que quitarse los pantalones, tocar las maracas o bajar al pozo.

Nejatifo: que conseguir matematicamente el título de liga se haya convertido para algunos en una ansiedad, derivada de las inoportunas palabras de Laporta (“¡quiero la liga cuanto antes!”), pronunciadas la víspera de que el equipo jugara en Málaga (tres empates desde entonces), cuando lo que menos conviene al equipo en estos momentos es verse sometido a tales presiones.

¡Bon dia i bona sort!