Mala hierba nunca muere

Venimos de sacar pecho con los records de victorias y, sin transición, os veo sumidos en el victimismo más abyecto. ¿No recordais cómo nos mofábamos de la web del Madrid porque se quejaban de los arbitrajes? Y, encima, viene Shasha Djordjevic con un equipo de baloncesto con nombre de tejanos -los Lois, o algo así-, y nos gana limpiamente en el Palau y, ¿qué es lo primero que me contesta un colega entendido en la materia cuando le pregunto? "¡Un robo!". Por favor, seguimos con la manía persecutoria. Y vemos fantasmas incluso donde no los hay. O donde a mi me parece que no los hay.
Quienes llevais tiempo en este blog -Dios no os lo tenga en cuenta- sabreis que mi segundo equipo es el Chelsea. Sí, ya sé que parece una barbaridad, pero cuando jugaba allí mi querido Chapi Ferrer, era como nuestro filial londinense. Pues bien, esta noche entrevista Jordi Basté a un responsable de la empresa que lleva lo de la hierba -es un eufemismo- en el Camp Nou y, ¿sabeis que ha soltado el tío? Más o menos lo que sigue: "El Chelsea quiere tener la hierba lo peor posible para cuando reciba al Barça y nosotros la queremos tener nueva y radiante cuando llegue el Chelsea". ¡Y yo que creía que el bajón de Robben y Joe Cole era debido a lo mal que esté el césped de Stamford Bridge!. O sea: que nos persiguen porque no soportan en ninguna parte que seamos el mejor equipo del mundo. Y nos preparan un patatal, según ha dicho el señor que cuida la hierba del Camp Nou. ¿Quién mejor que él para decirlo? Gran autoridad en la materia porque, para patatal, patatal, el suyo.

Positifo: que me han convidado a participar el lunes próximo en el Maracaná (Canal 4). Amics per sempre, espero vuestros consejos y recomendaciones para dejar lo más alto posible la representación de este blog.

Nejatifo: la reiterada incapacidad de la directiva del Barça para encontrar un patrocinador para la camiseta. Ahora, ante esa evidencia, desenpolvan la vieja idea de Evarist Murtra de convertirnos en una especie de ONG, patrocinando causas filantrópicas para despertar las simpatías de todo el mundo y, de este modo, abrir nuevos mercados. Una especie, en definitiva, de jesuitismo o de cualquier otro método sectario: los convertimos al barcelonismo y luego les vaciaremos los bolsillos. Porque se trata de eso ¿o no?