Las cosas hay que hablarlas

Si no hubiera sido por lo de Eto'o, podríamos decir que hemos vivido la semana más grande de la temporada. Bueno, ha sido la más grande incluso con ese desmesurado protagonismo de Eto'o, el no saber dominarse ante unos estúpidos que al parecer -hasta entonces ni una radio ni una televisión había reparado en ellos- se estaban metiendo con él. ¿Os imaginais que en un Barça-Valencia, Cañizares diga que se marcha y todos sus compañeros le secundan? ¿Recordais cuando ya estuvo a punto de hacerlo todo el Madrid por causa de la bronca que le estábamos metiendo a Figo y que superó todo lo imaginable? ¿Es racismo que nuestra elegante representación en Londres, cante en la grada de Stamford Bridge “Ese portugués, hijo puta es”? ¿Era racismo cuando hasta Jordi Pujol, el obispo Deig, el entonces conseller Trias, quisieron poner barreras al fichaje de holandeses? ¿Lo sería que ahora alguien dijera que sobran brasileños? ¿Que algún patriota quisiera un Barça con más de los ¡dos! catalanes que jugaron como titulares en La Romareda?
Pero, por si acaso no está claro, repetiré lo que ya dejé escrito ayer. Y lo repetiré cuantas veces haga falta. En su día creí ver motivaciones xenófobas en negarle el pase a Ronaldo cuando era jugador del Barça. Desde entonces he visto nuestras actitudes con los holandeses, con Robson, con Amunike o con Mourinho. Siempre me he puesto a su lado (alguien dirá que al lado de los perdedores, pues vale). Como me puse al lado de Núñez cuando entendí que no se el atacaba por ser un mal presidente sino por no ser el presidente "políticamente correcto".

Positifo: Por lo demás, la semana ha sido grande para el Barça. Y, por una extraña teoría de vasos comunicantes, nefasta para el Madrid: su discurso de hace una semana, cuando fui al Rondo y parecía que todos éramos comparsas en torno a un renacido Madrid, se ha ido al carajo. El galacticídio perpetrado por el Barça en el Bernabeu no contemplaba el misterio de la resurrección. Y el Valencia ya ha sucumbido a la presión de verse como el único aspirante al trono del Barça.

Nejatifo: que nuestros servicios técnicos no convencieran a Henrik Larsson para que aplazara durante unos meses su traspaso al Helsimnborgs, aunque pocos podíamos pensar (y ellos mucho menos) que el sueco iba a convertirse en nuestro jugador talismán, como lo ha sido en Stamford Bridge y en Zaragoza.