Esto se me está haciendo eterno

Venga, va: que empiece el partido. Que estoy harto de hablar de la hierba, de la rotundidad con que imbéciles indocumentados atribuyen al juego sucio de Mourinho el que Stamford Bridge esté casi tan mal como estaba anoche el Allianz Arena de Munich e infinitamente mejor a como estaba el Lokomotiv de Moscú, donde el Sevilla -que se resistía a jugar- ganó por 0-1. ¿Esto es fútbol o es un liceo de señoritas, que diría Omar Pastorizza, aquel fugaz entrenador del Atlético de Madrid cuya sola presencia ahuyentaba a los periodistas de la sala de prensa? Jugar se juega donde toque, ¡y con dos cojones!. No busquemos más coartadas de antemano. Además, ¿no podrían decir ellos que les preparamos una encerrona en el Camp Nou? ¿que hemos cambiado el césped, a toda pastilla, para que no sepan jugar, puesto que son tan malos? Dejémonos ya de chorradas y ¡a jugaaaaaaaar!. A mí ¿qué me importa si el dueño del club es un ruso y se ha gastado una pasta en formar un buen equipo?: pasta bien invertida por otra parte, y ya me gustaría a mi que, del mismo modo que Ferran Soriano da hoy una conferencia en Londres (¿cómo se busca sponsor para la camiseta?, acaso), viniera Roman Abramovich a dar conferencias aquí. Y cursos de gestión de clubs. Y, en vez de ir sacando pecho, calculando si les vamos a meter dos o tres, pensemos que vamos a tener delante al equipo que le lleva 25 puntos al que anoche ridiculizó al Madrid en el Bernabeu; que jugamos en casa del líder de la Premier (ya sé, una competición menor, de la que ha salido el actual campeón de Europa); que nuestro entrenador, que este año (ante el Zamora) ha conseguido superar por primera vez unos cuartos de final, se enfrentará al mejor técnico del mundo, que encadenó una Copa de UEFA y otra de Europa, de forma consecutiva. Con el Oporto, que me cito a mi mismo de este lunes en La Vanguardia, es como ganar el Rally de Montecarlo con un taxi.

Positifo: que la recuperación de Raúl en el Madrid, saludada desde el fundamentalismo merengue como una vuelta a las esencias (más espíritu, si cabe), enlace con el último gran desastre blanco, del que no supieron extraer consecuencias. Me refiero al galacticídio perpetrado por el Barça el día del 0-3, justamente el día en que Raúl dobló la rodilla, una señal que nadie supo interpretar (excepto quien acuñó el concepto galacticidio, luego utilizado por Alfredo Relaño, entre otros grandes articulistas).

Nejatifo: que Fàbregas, el canalizador del juego del Arsenal, el complemento perfecto de Titi Henry, es otro regalo que nuestros técnicos han hecho a mayor gloria de la Premier League. Anoche, para justificarlo, un amanuense de Tachito (¡ya han perdido la vergüenza!) decía “es que este chico estaba demasiado vinculado a la forma en que se llevaba la cantera en tiempos de Núñez”. O sea ¿había que depurarlo? ¿purgarlo? ¿limpieza técnica? Por supuesto que él estaba vinculado a la cantera del nuñismo, que dio grandes resultados. En activo siguen él, y Xavi, Valdés, Puyol, Gabri, Motta, Messi, Reina, Piqué, Fàbregas, Miguel Ángel, Sergio García, Iniesta, Oleguer...Él también formaba parte de la pesada mochila heredada.