Ronaldinho, ¿se borra?

En algunos de vuestros más de cien comentarios de ayer se deslizaba la sospecha de que Ronaldinho se ha borrado en los dos partidos consecutivos disputados por el Barça fuera de casa: en Zaragoza y en Palma. ¿Verdadero o falso? Digamos que muy laborioso no ha estado el que hace un año y medio era el referente del equipo, el que resolvía por su propia cuenta aquellas situaciones, frecuentes, de empanada colectiva. Ronaldinho brilla menos cuanto mejor es el equipo, y, a la recíproca, su papel redentorista es menos imprescindible cuanto más autosuficiente es el grupo (¡vaya parrafada! ¡Ni El País!). Porque, digámoslo pronto: Ronaldinho no se caracteriza por ser precisamente un jugador de equipo (al estilo de un Deco, un Xavi, un Giuly), sino un futbolista unigénito que, cuando le da la vena, te monta un cirio y decide por su cuenta. Goles como aquel ante el Sevilla la noche del gazpacho, el de Stamford Bridge o los dos de este año en el Bernabeu, abonarían este punto de vista: se trata de un genio que vive aparte del equipo durante gran parte de la temporada y que resurge cuando le da el toque genial. Y, ojo, que Messi cojea del mismo pie. Son jugadores individualistas: sólo se implican en la jugada si la pueden rentabilizar en forma de lucimiento personal. Y entonces lo hacen como dios, es verdad. Pero entre medias pueden dejar la sensación -esa que algunos de vosotros habeis detectado en Ronaldinho, y yo comparto- de que se están borrando mientras el resto del equipo se deja la piel.
(Pero me niego a la especulación fácil y sin embargo borde de si se está reservando para el Mundial, si quiere forzar a Rijkaard a que le dé descanso como a Puyol, si tiene celos deportivos de Eto'o y Messi, si se está buscando un pase per nocta para los Carnavales...).

Positifo: que Mundo Deportivo llegue a los cien años fresco como una rosa y con periodismo de opinión del más alto nivel, como queda patente cada jueves en su contraportada. ¡A mandar, señor conde! ¡Felicidades, colegas!.

Nejatifo: que por culpa de un energúmeno que tiró una moneda y causó una aparatosa lesión a un linier, y que contó con la actitud cobarde e irreflexiba de un pésimo árbitro, el culebrón de Mestalla haya llegado a la Audiencia Nacional. ¡Y espérate!.