¿Demasiados uruguayos?

Además de causar daños colaterales a quien obstaculizaba su poderosa influencia sobre el presidente del Barça, cuando Johan Cruyff escribió aquello de "demasiados brasileños", también quería poner sobre aviso al barcelonismo de los peligros que entraña la desmesurada explotación a que están sometidos los internacionales brasileños. Ahora, hasta la FIFA ha tenido que poner freno al abuso y ha obligado a suspender el segundo bolo del Golfo, tras la pantomima del 0-8 de Abu Dhabi.
Y, parte de tales peligros también pueden afectar a los jugadores argentinos (léase Messi, Saviola, Riquelme…) y a los uruguayos, por más que sus selecciones no sean precisamente una máquina de hacer dinero. El submarino amarillo del Villarreal tendrá problemas para mantenerse a flote si prosigue la sangría de sus internacionales. También los dos uruguayos del Madrid, Diogo y Pablo García, llegarán al clásico tras enfrentarse en Sidney a la selección australiana en un partido a vida o muerte que puede decidirse en la prórroga. Hay que reconocer que Florentino, Butragueño y compañía no aciertan una. Se conoce que leen a Cruyff pero no lo interpretan bien y, cuando se han decidido a copiar al Barça y ahora les sobran brasileños, pero resulta que lo que les faltan son..uruguayos.

Positifo: que el madridismo siga reclamando el Balón de Oro para Raúl, lo que demuestra que en este Madrid que ha conocido a figuras como Di Stéfano, Puskas, Kopa, Didí, Pirri y Amancio, ahora ya cualquiera puede ser figura.

Nejatifo: que el aislamiento del Barça en la Liga de Fútbol Profesional, donde Laporta ha conseguido ganarse la hostilidad de casi todos los demás presidentes (41) y la reputación de falso, traidor y mentiroso, vuelva a amenazar la situación de Messi, cuya ficha fue diligenciada por la federación de manera caciquil y fuera de plazo, según argumentan los clubs. Unos clubs que no hacen sino devolver a Laporta la moneda con que él les pagó.

Ítaca no tiene himno, bandera ni selección.