¡Que vienen los rojillos!

Fijaos, jovencitos, hasta qué punto llegaba el celo censor del franquismo en el que pasé mis años mozos y algunos más, que a los equipos que vestían de rojo no se les podía llamar “rojos”, para evitar juegos de palabras que el Régimen pudiera consideraría como propaganda subversiva (casi todo lo era, por cierto, hasta decir “me da fuego”). “Gran victoria de los rojos” o “Los rojos triunfan en Madrid”, “Demoledor ataque rojo”, “Bombardeo rojo en el Manzanares” o "Injusta derrota de los rojos".
¡Intolerable! ¡Sedición! ¡Complot judeo masónico!.
Por eso, a los equipos que visten de rojo se les llamaba –y aún se les llama, en plena democracia- “pimentoneros” (el Murcia), “equipo bermellón” (el Mallorca) o “Los rojillos” (Osasuna), que es el equipo que hoy nos visita. Y me temo que en ese alias de Osasuna pude haber una saducea trampa semántica como las que Laporta tendió a nuestra asamblea. Que los rojillos se enfrenten a un entrenador (Rijkaard), a un capitán (Puyol) y a un goleador (Eto’o), que se han posicionado a favor de un franquista, quiere decir que vendrán con ganas de dejar las cosas claras. Tan claras como las ha dejado el barcelonismo y casi me atrevo a decir que una gran parte de la sociedad catalana, al decidir que el més que un club es depositario de unas esencias que no están sujetas a que la pelotita entre o deje de entrar.
Claro que si hoy no entra…

Positifo: que el barcelonismo en general haya podido respirar tranquilo, aliviado y dándose por satisfecho una vez resuelto el escándalo Echevarría.

Nejatifo: quienes no saben distinguir entre “el fútbol” (partido, táctica, entrenador, vestuarios…) y “el mundo del fútbol” (aquéllo más todo lo demás). Lo primero, como dijo Juan Marsé al criticar el último Premio Planeta, es como la Literatura; lo segundo es como “el mundo literario”. Quienes se encuentran incómodos en “el mundo del fútbol”, no son de este mundo. Del mío, quiero decir.

Párate, mundo (mi mundo), que me apeo…en Ítaca