Zapatones a tus zapatos

Sigue diciéndoles a tus jugadores, Luis Aragonés, que son los mejores del mundo. Repíteles –para motivarlos, no por otra cosa- aquello que le dijiste a José Antonio Reyes sobre Thierry Henry. Pero, al final, como los resultados ponen a cada uno en su sitio, ya veremos quienes son los mierdas y quienes los otros.
De todos modos, te estás labrando un futuro, una merecida jubilación que no entiendo como no te dan ya de un modo inminente. Porque no has aportado nada a la selección: ni estilo ni imagen ni juego ni resultados. Sólo frustración y decadencia. Canadá te dio un repaso (y eso que no jugábamos a hockey hielo) y Serbia y Montenegro te ha puesto de vuelta y media.
Pero la culpa debes compartirla con quienes te pusieron ahí, con quienes no te echaron con una buena patada en el culo cuando nos sacaste los colores y nos abochornaste a cuantos compartimos sin remedio tu mismo pasaporte. Eres (más abajo hablo de tu colega Eriksson), otra figura de museo, del museo de los horrores (no digamos ya de los errores).
Pero, para que veas que no hay nada de personal en todo esto y que de paso me puedas considerar una buena persona, te diré que hoy debo darte infinitas gracias de que hayas fracasado con España y confío que la dejarás tercera de grupo y no tendremos que reajustar todo el calendario a los partidos de repesca (que posiblemente también perderías).Y te agradezco, sobre todo, que nos hayas evitado una semana de gastrorraulitis aguda, con vómitos y heces en melena. Nada más meter el gol (¡que pedazo pase de Xavi!), un poco más declaramos tres días de fiesta nacional con paga doble, tipo 18 de julio franquista. Lo de Schuster cuando se puso la camiseta merengona (“¡Qué estampa de jugador!”), lo de Zidane, lo de Beckham, lo de Robinho, habría sido de párvulos al lado del gol de Raúl, el gol de España, el gol del nuevo Zarra, de farra, de macarra, de subirse a la parra. Otro gol que pasará a los anales de lo inútil, tan inútil como esa encerrona que les montasteis a los serbios pero que no os sirvió para nada más que para hacer más ostensible vuestro ridículo.

Positifo: que Polonia, una de las históricas del fútbol centroeuropeo, vuelva a un Mundial y justamente al que se jugará a las puertas de su casa, en Alemania. Coincidencias de la historia, el último que disputó Polonia fue el de Alemania’74, con un equipazo (Tomaszewski, Deyna, Lato, Gadocha, Szarmach…), que fue tercero al ganar a Brasil (1-0) en una final de consolación de primerísimo nivel.

Nejatifo: que el fútbol siga dando cobijo a vividores como Sven Goran Eriksson, cuyo principal mérito va a ser el de cargarse a la selección inglesa que dispone de las mejores individualidades de los últimos cincuenta años. Pese a la irrupción de una nueva y joven generación de técnicos, Eriksson es el último gran farsante que sigue aferrado al momio.

Lo siento, Luis, en Ítaca no hay hogar de jubilados