Quiero centrales de verdad

Insisto en la contraportada de hoy en Mundo Deportivo en la necesidad de que el Barça cuente con un defensa central al estilo de los que juegan en los grandes equipos de la Premier League: John Terry (Chelsea), Rio Ferdinand (Manchester United), Ledley King (Totenham), Sol Campbell (Arsenal), John Carragher o Sami Hyypia (Liverpool). Nos sobra calidad delante pero nos falta seguridad atrás. Los goles que hemos recibido en el campo del Betis y ante el Udinese, son imperdonables como lo son otras situaciones en las que Víctor Valdés se ve completamente vendido. Recuerdo, sin ir más lejos, que en el Ruiz de Lapera, el portero evitó el 2-1 jugándose el físico a pies de Assunçao. Y que también evitó (para eso está, naturalmente), que la banda fagocitadota de polenta que nos visitó el martes, se nos adelantara (1-2) en el Camp Nou.

No estoy criticando a Puyol, que podría ser el mejor lateral derecho del fútbol europeo, ni a Oleguer, que sería un magnífico “Iniesta” de la defensa. Pero me inquietan las dificultades en que nos vemos cuando un Zlatan Ibrahimovic viene invitado al Gamper y me reconforta ver que expulsan a Rcardo Oliveira (¡vaya partidazo se cascó ante el Anderlecht!) o que el Udinese viene sin Vincenzo Iaquinta. ¿Por qué será que, en cambio, me importa un bledo que el Betis, el Udinese o el sursuncorda jueguen con su defensa titular al completo? Porque tengo infinita confianza en nuestra capacidad goleadora pero tengo razonables dudas sobre nuestra firmeza defensiva. Y no le demos más vueltas al asunto: un día se comerá el marrón Víctor Valdés, al siguiente será Sylvinho o el lateral del otro lado. Pero la realidad es que tenemos un déficit en el centro de la defensa. En este sentido, la abundancia de centrocampistas y de delanteros no se corresponde con la escasez y, diré más, con la vulgaridad de nuestros defensas.

Recuerdo que un gran entrenador, cuyos discípulos triunfan en los mejores equipos y que ha creado escuela –hablo de sir Bobby Robson-, contaba con Ronaldo, Figo, Luis Enrique, Giovanni (el bueno), Pizzi, Stoichkov y otros grandes delanteros. Pero se apresuró a reunir un elenco de centrales como el que no hemos tenido nunca más: Abelardo, Nadal, Laurent Blanc y Couto. Y aún así retrasó al gran Popescu (fichaje de Cruyff para tomar el relevo de Koeman, pese a lo cual fue lapidado por los cruyffistas en cuanto abrieron fuego indiscriminado). Ahora podemos retrasar a Rafa Márquez (yo lo haría ya) pero el invento ha sido un fracaso con Edmílson.

Otra jornada europea, viendo la fortaleza defensiva de los cuatro grandes equipos ingleses (Liverpool, Chelsea, Manchester United y Arsenal), me ha invitado a reflexionar sobre ese déficit de nuestra defensa. Imputable, naturalmente, a la ineptitud de la secretaría técnica azulgrana.


Nejatifo: que por gritar “¡Que anime Laporta!” en el Camp Nou, a un aficionado se le eche encima la policía. Los mismos que llamaban Pinochet, Hitler, Bokassa, Caudillo o Idi Amin a un presidente del Barça y alentaban pintadas en los alrededores del Camp Nou del peor estilo –por ejemplo, “Núñez al paredón”- ahora han conseguido que en el estadio reine un silencio sepulcral. Han impuesto el terror que no consiguió imponer el caudillo, el de verdad, el que ellos añoran y cuya memoria perpetúan con métodos como el descrito.

Positifo: que el viciado debate periodístico sobre si lo que Rijkaard ha aplicado a la plantilla (18 jugadores utilizados en dos partidos ganados por 4-1) son castigos o descansos, termine como los huracanes del Caribe: perdiendo intensidad después de provocar algunos desastres. Si Messi juega ante el Zaragoza en vez de Giuly, ¿diremos que el más castigado ha sido el francés? ¿el más descansado, tal vez? (Hablaremos de este tema en el post de mañana).

A Ítaca es por cridar ¡Que animi Polifem!