El impacto Robinho

Robinho me causó ayer una muy grata impresión. Creo que genera mucha empatía con Ronaldo, Zidane y Baptista: se buscan con la mirada, se intuyen en los movimientos, conectan. Esa conexión múltiple puede generar mucho peligro en la delantera madridista, además de tener el efecto de un elixir que la rejuvenecerá. La palabra ilusión, tan manoseada en el Barça de Laporta hasta convertirla en un slogan ideológico, encaja perfectamente con lo que irradia un Robinho de aspecto juvenil, y más por contraste al quedar incrustado en un plantilla geriátrica.
Espero haberme equivocado y deseo que, si Robinho no triunfa en el Madrid, sea por razones distintas a las que fracasó Didí. El conflicto, y no de carácter epidérmico, puede surgir con Raúl, para quien Robinho supone competencia directa. Pero ese es el problema de Luxemburgo, como el problema para Rijkaard es hacerle un hueco en su equipo a Messi.
Porque el barcelonismo, que siempre atisba con el rabillo del ojo lo que sucede en Madrid, pronto empezará a acusar el efecto Robinho (sobre todo por la avalancha mediática que se nos viene encima) y su reacción será la de presionar a Rijkaard para que contraaraque con nuestro Robinho argentino, Lionel Messi.
En cualquier caso, benditos sean esos dos nombres propios, esos dos chavalines que van a animar la Liga de las Estrellas en la que los otros grandes nombres propios -y no disculpo ni a nuestro Ronaldinho- parecen sentirse ya demasiado apalancados. No les irá nada mal que alguien les robe las portadas y les haga un poco de competencia.

Positifo: el adiós que la gente del periodismo deportivo y del fútbol barcelonés ha tributado a nuestro colega José María Sirvent (52). En un itinerario profesional difícil de igualar (4-2-4, Dicen, El País, El Mundo...), Sirvent fue un ejemplo de rigor y valentía. Un periodista de raza, como en su día lo fue Alex J. Botines, también desaparecido muy tempranamente.

Nejatifo: el pésimo estado de la mayoría de los campos de fútbol españoles, una vergüenza en comparación con las alfombras sobre las que se juegan las ligas de Inglaterra, Alemania y Holanda. La calidad de nuestro fútbol subiría como la espuma en escenarios adecuados a las
figuras y no aptos sólo para los destripaterrones.

¡Espéranos en Ítaca, JMS!